
Texto por: Franco Zurita
En la previa del esperado regreso de una de las leyendas del Hardcore de fines de los 90’s, se nos hace imposible no destacar uno de los trabajos fundamentales de los oriundos de Boston. Si bien, la solidez de Bane se vio reflejada en el magnífico «Give Blood» (2001) y por consecuencia en «The Note» del año 2005, luego de nueve años sin grabar material, Bane decía se despedía de los escenarios el 2014 con el emotivo «Don’t Wait Up», poniendo fin a diecinueve años de consistente carrera logrando destacarse como una de las grandes bandas de la escena norteamericana independiente. Despedida que, a pesar de llevarse a cabo una extensa gira por diferentes rincones del planeta, se materializó tiempo después. Sin embargo, la importancia de su cuarto y último trabajo hasta la fecha, sigue prevaleciendo hasta el día de hoy, no por su calidad musical que es indiscutible, sino que por lo que en su conjunto significan estos diez himnos que componen el álbum: Una declaración honesta e íntima de lucha y esperanza y un grito de aliento para todos los quebrados o en términos más coloquiales, ese abrazo que necesitas en los peores momentos de tu vida.
Toda esa emotividad es cultivo de años en la escena del hardcore en donde Bane influyó de manera significativa por su consistencia y porque más allá de lo musical, la banda nos entregaba algo porque gritar y no a quién. Y no me malinterpreten, el enemigo de la escena sigue siendo el mismo, pero en la incansable lucha en contra de un sistema perverso, Bane era la voz de aliento que sobresalía desde los suburbios de Boston para alentar a la juventud a levantarse y hacer frente. Por eso cada himno de la banda es desgarrado desde el alma y por eso la importancia de «Don’t Wait Up» en la discografía de Bane.
No analizaré exhaustivamente el álbum porque me parece que este disco y en particular el «Give Blood», son experiencias que debieran vivirse o escucharse para conocer desde su raíz el sonido y el legado de Bane. Sin embargo, hay canciones que es necesario destacar comenzando con el track inicial, la potente «Non-Negotiable» que de partida nos patea el cráneo con una soberbia dosis de hardcore punk que si no logra sacudirte, algo malo hay con tu vida. El coro final nos aterriza nuevamente en que todo esto se trata de una despedida y de manera emotiva nos acobija suavemente, decreciendo hasta su término.
Otra de las joyas de este trabajo, es la canción que le sigue: «All The Way Through». Sonido clásico del hardcore norteamericano ideal para abrir el mosh y lanzarse de cabeza desde el escenario solo para seguir dando vueltas una y otra vez en una pieza incontenible e imperdible de este trabajo.
Saltándonos a su track final, el último himno grabado por Bane, «Final Blackward Glance» acompañado del sonido crudo de la banda, se adentraba en nuestros corazones como la despedida que era. Una carta abierta y honesta para todos sus fanáticos por estos diecinueve años de carrera en donde además de hacernos recordar todos aquellos momentos vividos con la banda, es un grito de esperanza y determinación. Que las despedidas son una parte más de la vida, de aprender, de saber perder y levantarse y que si hoy no estoy, “no esperes despierto”.
Para el final, quise destacar una de las canciones más conmovedoras y emocionantes en el género. La gran «Calling Hour». Una apuesta de cinco minutos con las voces invitadas de Patt Flynn (Have Heart), Walter Delgado (Rotting Out), David Wood (Down To Nothing, Terror) y Reba Meyers (Code Orange) que, sin duda, es uno de los puntos más altos del álbum. Y aunque las colaboraciones son bastante comunes en el Hardcore, Metal y todos los géneros más extremos, para Bane era la primera vez y con tantas voces era un desafío importante que superar, así fue. Con un suave inicio que de apoco estalla con la voz de Bedard, «Calling Hour» es un manifiesto a la pérdida, al recuerdo y la eternidad. A la importancia de amar con intensidad, a cuestionar la naturaleza de la existencia y aceptar el paso del tiempo. Una declaración de vida que pudo fácilmente cerrar este trabajo y que en lo personal, al encontrarse en la medianía del disco, fue una aproximación a la eventual despedida que agradecemos nunca haya sido, a pesar del par de años que estuvieron fuera de los escenarios.
Para cerrar, «Don’t Wait Up» no varía mucho dentro del espectro musical de Bane. La esencia de la banda se palpa desde el inicio del disco y es poca la innovación musical que podemos otorgarle. Sin embargo, es el trabajo más íntimo de la banda. Un disco que desde la rabia, es inquietante, introspectivo y poderosamente influyente en las generaciones que le siguieron y que si bien no reescribe las páginas de los libros del Hardcore, es una demostración de cómo “terminar” una carrera con solidez y el respeto de toda una escena.
La banda se presenta este martes 13 de agosto en Sala Metrónomo y todavía quedan algunas entradas disponibles en sistema Eventrid. Produce Monkey Chile.





















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