Texto por Lucas Araya

Fotografías por Joselyn Heyden

Para celebrar sus 15 años, el Centro Cultural de San Joaquín ha preparado una programación especial como forma de festejo. Dentro de su calendario cultural, este domingo 5 de octubre se presentó el colectivo Cantata Rock de Santa María, conformado por integrantes de Quilapayún, Inti Illimani y Chancho en Piedra, además de la participación de Pato Pimienta en el relato, entregando una presentación sentida y alta en emociones  y volumen. Una jornada para conmemorar en el Teatro Municipal de San Joaquín la obra creada por el gran Luis Advis y registrada por el Quila en 1970, esta vez en una versión del mejor rock local.

Acá la crónica de un hijo del desierto.

En un teatro expectante, con un silencio respetuoso y solemne, nueve jinetes de oscuro vestir llegan al escenario con un sonido que emerge desde las profundidades del alma,  rememorando la matanza de Santa María de Iquique (1907), contando la historia oculta, luchando contra el olvido, pregonando el horror en el tiempo circular, en un Chile doliente que parece nunca acabar.

Bombo, bombo, bombo. Golpea como el galope del corazón del viento. Rojo y negro los colores; humo, polvo, pampa lejana, tensión eléctrica, latencia dramática en el aire. La  marcha opaca de la histórica masacre silenciada y amordazada anuncia su estallido en el trino de tres guitarras: cuerdas metálicas como alambres púas, rieles de sonoridad evocando una psicodelia oscura y pesada a través de un teclado hipnótico que retumba con las percusiones que caen como pisadas de una multitud nortina en camino hacia el abismo desconocido. La banda crece en su propio potencial.

El viento seco y el desierto en penumbras resuenan entre el concreto ardiente y los aplausos devotos  acompañantes. Las palabras de Pato Pimienta aplastan el paisaje donde la carne sudada y la camanchaca eterna. Su voz es un instrumento más que avanza entre la niebla y el calor rojizo. La intensidad sube mientras las masas se mueven hacia la ciudad. La muerte vuela sobre Iquique mientras el grupo en pleno se eleva como lava volcánica en un mar eléctrico. Eduardo, Pablo, Felipe, Leonardo, Ismael, Ricardo, Camilo y Danilo, todos juntos son un huracán sónico que gira en su propia luz electrificante.

Un grito desesperado estalla y el silencio pena entre relatos y latidos. El calor lejano y el aire salado repican sobre redobles del infierno. El eco maligno de un general despiadado encarnado en un estruendo rojo espeso y las campanas de la matanza enumeran las muertes en la miseria, haciendo emerger desde el subsuelo lo terrible de ese 21 de diciembre. 

Vértigo, dolor, mareos, arcadas, balas, ríos de sangre, cuerpos de niños, cuerpos de mujeres, cuerpos de obreros. Chile sufriente, Chile en su oscuridad máxima en las voces de la cantata rock. Un retrato tremendo, crudo y potente. Una interpretación magistral  sentida, donde las guitarras eléctricas evocan las quenas y una dupla de percusiones dan ritmo y fuerza a una versión totalmente electrificada y visceral de una de las piezas más importantes de nuestra música popular en una sesión envolvente que quedará en la historia de este lugar y de tod@s quienes fuimos parte de esta experiencia sensorial máxima.

¡Gracias Colectivo Cantata Rock Santa María de Iquique!


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