Texto por Lucas Araya

Fotografías por:  Hugo Hinojosa

La emblemática banda liderada por Carlos Cabezas llegó al icónico escenario subterráneo para mover las aguas eléctricas de su propio mar en un encuentro lleno de sonido pesado y palabras agridulces para celebrar 32 años de la disco más camaleónica y resistente de la capital.

Crónica de una vida nocturna electrificada

La nueva versión chilena de la oscuridad brillante y estridente aparece entre ruidos de la urbe en loop, un mantra grave combinado con voces mecánicas que piden bajar antes de subir. Cómo un ataque certero, Electrodomésticos dispara el primer flechazo con “En tu mirar”, nos abrazan con “Un pez” y nos acarician el alma y los dientes con “Has sabido sufrir”, todo un manto ecléctico y hermoso que cobija una fiesta disfrazada peregrinación a la montaña sagrada en tinieblas.

Con el peso de la base atrapante y envolvente de Edtia Rojas y Masiel Reyes, Cabezas libera su guitarra punzante mientras Cuti Aste vuelve a la casa rodante una vez más para completar un combo exquisito. Las teclas son la clave está noche y el repertorio toma fuerza y delicadeza mientras “La fortuna”, “Canción azul” y “Detrás del alma” remueven el cemento y revuelven el aire y el humo espeso, uniendo el tiempo, aunando el espacio. El baile es denso, los movimientos en latencia en espiral.

Rayos luminosos, lunas en movimiento, soles de un amanecer lúgubre y rojo sangre mecánico en la pantalla de fondo. Electrodomésticos se mueven por todos esos micro universos demoliendo celdas y aplastando límites. Todo es un huracán de potencia y puñales de terciopelo agudo y espeso, suave y áspero. Un nuevo estilo de baile que nació hace 40 años y nunca ha dejado de evolucionar y serpentear en el lado oculto de dios.

Hace una hora, un colega me vio en el metro y me dijo “tienes cara de enfermo”. Me miré en el reflejo. Le di la razón. Ahora en pleno despliegue de potencia sonora, bailo como una máquina de ritmos de sangre y piel. Este es el antídoto a todos los males del inframundo.

La mole indomable golpea fuerte con el trance hipnótico de “Humano clandestino” y cerrar la fantasía distópica casi real con “Ex la humanidad” y la gente transforma el silencio en pausa en un rugido alegra que estalla como un brindis de copas de cristal al ritmo sombrío de “Hey dad!”, “Corazón” y “El frío misterio”, el himno perfecto de la noche eterna. 

En este baile no sobra nadie, no falta nada. El peso de la historia constante sigue aplastando con su ritmo imparable y la melodía ruidosa comandada por la cabeza más brillante del mundo subterráneo. Fiesta.

Afuera llueve, hace frío. Acá el calor de los amplificadores nos abraza y el vaivén de las luces es música danzante. 

¡¡¡¡Viva Electrodomésticos!!!!

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