
A mediados del 2005 se abrieron las grandes avenidas sonoras para dar paso al aire frenético de las guitarras distorsionadas de Alejandro Gómez y Ricardo Contesse, la batería imaginativa y concisa de Emiliano Gómez y el bajo eficaz y cómplice de Leo Quinteros, un combo sónico, melódico y lírico que se plasmó en el primer disco de Alamedas (editado por Irrepetible), un mazazo directo a la cara y a los oídos de quienes querían (y no querían) escuchar el relato de principios de siglo sobre una sociedad y una industria en caída libre luego de bailar en el precipicio transicional.
Con la producción de Chalo Gonzalez (y la banda misma poniendo todo su capital artístico en juego), ese primer álbum abría una puerta que unía los mundos en los que se movían los miembros del grupo: desde la escena más subterránea de la capital (en bares, locales ocultos y pisando calles) hasta los pasillos de corporaciones radiales y de comunicación y los ojos de otrora sellos multinacionales, dando cuenta del huracán que se vivía en la música y el rock hecho a pulso en esos momentos.
En 47 minutos, la banda pudo desplegar la energía acumualda y gestada en la sala de ensayo, la destreza eléctrica que les daba la experiencia de tocar dónde fuese y cómo fuese y una rabia contenida que salpicaba saliva furiosa y contagiosa en las brillantes y directas letras que Alejandro Gómez masticaba desde la experiencia y su exquisita forma de ver y contar el mundo.
Con un sonido y una estética que recogía la herencia del rock hecho dos décadas antes y recogiendo el guante perdido en las paredes agrietadas que unían lo antes hecho por Los Prisioneros, Emociones Clandestinas y Upa, llegando a abrazar sonoridades propuestas (y expuestas) por Los Ex o Venus en la década del 90. Sin embargo, la lírica de Alamedas fue y sigue siendo un punto alto en su propuesta y su legado, lanzando frases que, a 20 años de su gestación y publicación, siguen siendo y sonando vigentes. Es como si nada hubiese cambiado, a pesar de todos los torbellinos, maremotos, sismos y erupciones sociales, tecnológicas, políticas y emocionales que hemos vivido. Solo basta darle play al disco, escuchar la voz de Alejandro Gómez y masticar y procesar esa poesía que pareciera haber sido escrita hoy al despertarse en el invierno capitalino.
Acá van algunas frases que resuenan y remueven las ansias y las mentes, dos décadas después de su edición original:
- Cosmopolitan blues
El inicio del disco es la señal clara de lo que vendrá: crudeza, visceralidad y puras verdades delicadamente desparramadas sobre la mesa.
“Hace mucho tiempo
Que es lo mismo,
No hay indicio de que vaya a cambiar”
En una imagen llena de empresas, indigentes, decadencia y la ilusión falsa de que todo está bien.
Es 2005, es 2015, es 1995, es 20025 y puede ser 2035.
- Green pasadena
La distorsión pesada y podrida de la guitarra es la clave principal de esta descripción honesta de la decadencia de la gran capital.
“cultura residual
intoxicados
verdes por exceso
de vulgaridad”
La basura frente a nuestros ojos, en las gargantas y en las almas.
- Apáguenlo!
El cansancio como motor para vomitar la podredumbre interna sobre el desperdicio que maneja los destinos. En tiempos donde la educación y las condiciones de vida de profes, estudiantes y laburantes, se puede decir:
“en esas escuelas
No ensayan nada
Así aprenden todos”
Y claro, nadie tiene tiempo de nada. No hay descanso, no hay posibilidades de profundizar, todo pasa muy rápido y sin piedad para que la máquina siga funcionando a cualquier costo.
“esto no lo imaginaron
ni siquiera
tus padres
años atrás”
Bueno, ahora, 20 años después, nosotr@s somos esos padres, no?
- Chileno
Himno total. Está, y debería estar, allá arriba. Un reflejo y una descripción simple, sencilla y brutal de nuestra mentalidad.
Con simples preguntas sin respuesta es posible cuestionarse sobre el lugar dónde estamos, cómo vemos las cosas y a las personas y de qué forma enfrentamos los cambios y las migraciones.
¿Qué pasa con…?
Enfrentando mundos con esas sencillas ideas, los espejos se remueven, rebotan y reverberan.
Por eso
“es mejor
moverse de vez en cuando”
No tiene desperdicio. No tiene tiempo. No tiene final.
- Reina sexy
A partir de la fantasía de la sensualidad y el erotismo hecho romanticismo, las calles nocturnas de Santiago tienen guitarras eléctricas en algún cuarto, en algún rincón, en alguna esquina del centro.
“Sé que todo puede hacerse
un poco más real”
Transformar un sueño y llevarlo a algo concreto puede ser doloroso, pero hay que intentarlo.
“Siempre sabes cuando
te hace bien
te hace mal”
- Happy
Explotad@s laboral y humanamente. Trabajar para (sobre)vivir en tiempos de eterna crisis. La plata como factor de seguridad y una forma de existir para pagar, gastar y respirar sin satisfacción alguna.
“You’ll get by
with dead-end jobs.
We’re doing it for the money”
(te salvas
con trabajos sin salida.
Lo hacemos
por la plata)
Los engranajes siguen girando, a pesar del óxido.
- Prudencia en la velocidad
Acá todo explota en una carretera hacia el éxtasis. El viento en la cara, el tiempo no importa, hay que abrirse camino entre miles y miles que deambulan en las calles, el metro, la micro, las escaleras, los pasillos, las oficinas.
“Lento no es seguro
para nadie en esta ciudad.
No me digas nada
si tengo prisa.
Voy a hacer
lo que se necesita”
No hay tiempo de más en la ciudad. Acá está el retrato urbano más feroz de una sociedad que avanza rápido hacia ninguna parte, hoy y siempre.
- La luz se fue de mí
Una traducción personal y local de una letra oscura de la banda inglesa Magazine, dando cuenta de las influencias y haciendo un guiño a los sonidos que curtieron a los integrantes del cuarteto original.
Con papel y lápiz pasta en mano, las palabras fluyen y describen las almas de Inglaterra y Chile en un bucle brillante y decadente.
“El tiempo vuela y va
desintegrándote”
La necesidad de romperlo todo y reconstruir, o soñar e imaginar una revuelta y un cambio total (para mejor?) sin saber que se estará cerca de la revolución, pero algo saldrá mal.
“Este es mi deber
en la conspiración
la revolución
de lo que ya pensé”
- Este país
Siempre queriendo ser lo que no se es, mirando hacia un lugar que no existe, buscando una identidad fantasma de primer mundo, ignorando y sepultando un pasado de lucha, tesón y unión por un propósito común. Atrás quedaron esas grandes Alamedas llenas de gente marchando y celebrando (¿un 4 de septiembre?) y defendiendo la dignidad.
“No existe más
este país
no existe más”
Y si salimos de nuestra celda, podemos ver que la región está girando hacia terrenos peligrosos de sumisión y pobreza emocional y humana, abriendo las puertas a una esclavitud vigilada.
“los lacayos de Norteamérica
hablan castellano
como todos los demás”
Además, en tiempo de campañas y encuestas dudosas y manejadas es posible ver…
“solo cifras
más mentiras.
Cifras simples
cifras nada más”
El baile de los que sobran nunca se acabó. Sigue ahí, con su melodía infernal sin fin.
“¡Todos a bailar!
- Alameda IV
Después de la tormenta mental, emocional y lírica, un momento de claridad en el vacío de una avenida metafísica y personal. Es casi el inicio del término de un periplo sin destino.
“Dejo todo en el camino.
No me olvido de pasar a despedir.
Ni siquiera es mi pasado.
Cortar un árbol
todo es plano”
Pasar desde la reflexión personal a la invitación a l@s demás, a una generación y a miles que vendrán.
“Dejen todo en el camino.
No se olviden de pasar a despedir.
Ni siquiera es su pasado.
Eres tú quien debe
andarlo”:
Es 2005, es 2025, es 2035, es 2015, es 1995. No importa, es siempre así.
- Alameda III
¿Tiene sentido algo hoy por hoy? Luego de tanto andar, respirar, sufrir y vivir. Tantas tardes de revolución, tantos días de sueños y tantas noches de idas y vueltas para dormir en las madrugadas pesadas y dóciles.
Hay cosas que no cambian y que, aparentemente, no cambiarán:
“Sigo aquí mirando
fijamente el horizonte.
Soy el ave que dibujo
en mi memoria.
Son sus luces apagándose.
Son sus vidas apagándose,
nuestras luces apagándose.”
El cierre del disco es perfecto. Entre líneas sónicas acopladas en un tejido eléctrico reverberante en un cielo seco que une el invierno del 2005 con el frío y la nieve anunciada en 2025.
Alamedas vuelve a presentarse en Sala Master para revivir esos aires que nunca dejaron de estar presentes. Estaban solamente ocultos, respirando debajo de nuestras pisadas mientras el tiempo pasó sin clemencia. Por suerte existe el registro de uno de los discos más luminosos de nuestra rica y hermosa música popular.
Alamedas son:
Alejandro Gómez
Ricardo Contesse
Emiliano Gómez
Ismael Oddó
¡Hoy y siempre!





















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