
Texto por Franco Zurita
Fotografías por Daniel Sáez
Ha sido un primer semestre bastante privilegiado para los amantes del rock y el metal progresivo en nuestro país. CL. Prog, The Pineapple Thief y ahora, a la espera del arribo de Beat, han conjugado un panorama exquisito para los amantes de las complejidades y travesías musicales. Bajo ese contexto, anoche sellamos una nueva página en los libros del metal más técnico que ha pisado suelo nacional. Y no hablo de Dream Theater (aunque exista cierta familiaridad) o de alguna otra banda de gran categoría dentro del género sino que hablo de los ingleses de Haken, quienes lejos del mainstream, han construido un universo fascinante y enigmático en dónde los sonidos se mueven como el rayo conviviendo con atmósferas instrumentales que narran historias, fantasías y múltiples sensaciones.
Y es que, aunque no pasó mucho tiempo desde su última visita, este regreso se sentía como una revancha para quienes se los perdieron el 2023.
Sin mucho preámbulo, con una entrada más que expedita de parte de los asistentes, de manera puntual y con la energía latente del público local, Delta dió inicio a la apertura de esta gran jornada. Un repaso fundamental a sus 20 años de carrera y la promoción de «Gemini», su nuevo trabajo discográfico, fueron las cartas barajadas por la banda quienes con un contundente apoyo de parte de los fanáticos y un talento asombroso, encendieron el fuego en el comienzo de una noche fascinante.

Una vez terminado el viaje de Delta, era el turno de adentrarnos en las odiseas y narrativas musicales de Haken, quienes comenzaron a ambientar la noche con esa puntualidad característica y propia de los ingleses. Antes del repaso de lo que fue el show, debo primero que todo, admirar y destacar la calidad y maestría de la banda. Más allá de las complejidades y matemáticos compases que definen el género, los ingleses son la conjugación de un universo musicalmente exquisito potenciado por la narrativa y la experimentación. No solo te vuelan la cabeza con clase, sino que te sumergen en las distintas atmósferas que se tejen entre el terciopelo melódico de su lado más suave, hasta las tormentosas vorágines del lado más metal de la banda.
Dicho esto, absolutamente rendido ante los pies de Haken, los liderados por Ross Jennings nos regalaron un espectáculo emocionante, comenzando sin tregua con la poderosa y enigmática triada compuesta por: “Puzzle Box”, “Atlas Stone” y “Beneath The White Rainbow”, quienes fueron las encargadas de introducirnos en la fauna musical de la banda con un desplante y un manejo increíble. “1985”, ‘Prosthetic” y “Falling Back To Earth” nos transportaron a trabajos pasados de Haken, pero sin duda, atesorados por todos los fanáticos quienes acompañaron con puño en alto y una pasión desatada, todas las obras interpretadas.

Si hay algo a destacar de este show, es la calidad del sonido y hablo particularmente, de la persona detrás de las consolas. Por lo general, utilizo protección auditiva o audífonos para aplacar el ruido y muchas veces, para distinguir sonidos ante un recinto con mala acústica o trabajos paupérrimos en la materia, pero en esta ocasión, no fue necesario. El control de los volúmenes, la ecualización de los instrumentos y la claridad sonora que vivimos anoche fue absolutamente superior a muchos conciertos de los que he asistido. Es por lejos, uno de los espectáculos con mejor sonido que ví en mi vida. Guitarras claras, limpias, un bajo a cargo de Conner Green que, fuera de broma, no sólo se escuchaba sino que trabajaba silenciosamente, siendo parte fundamental del cuerpo de cada una de las obras. Y bueno, y si vamos a hablar de calidad musical, es imposible no detenernos en Ray Hearne. El hombre tras las percusiones de Haken es simplemente una bestia. Un manejo impresionante tanto de los golpes como de la métrica son sinónimo de ser una parte fundamental del espíritu matemático de sus composiciones. Hizo lo que quiso y le salió increíble. Obviamente las guitarras, los juegos y dinámicas de los sintetizadores y la tremenda y privilegiada voz de Ross, conjugan en armonía y caos toda la esencia de Haken, pero lo de su baterista es de otro planeta.

Cerrando este paréntesis técnico-musical y siguiendo con lo que fue el show, “Drowning in The Flood” y la travesía de “Visions”, fueron las encargadas de dar por terminada esta sesión maestra de música y virtuosismo. Un show potenciado por un hipnotizante espectáculo de luces, con colores que abrazaron cada una de las piezas de Haken logrando introducirnos en los fascinantes páramos musicales de la banda. Páramos que se sienten y que toman múltiples formas, tantas como la música de los ingleses.
Si realmente amas la música, sus estructuras y todo lo técnico de la disciplina, debes ver a Haken al menos, una vez en la vida.
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