Texto por: Lucas Araya y Ricardo Arriagada Gómez
Fotografías por: Claudio Escalona, Darling Castro y Prensa Oficial Lollapalooza

El domingo se vivió una jornada que vio el retorno de la electricidad y estridencia del Rock más salvaje y desatado, con soberbias presentaciones de bandas nacionales en un escenario un tanto oculto, grandes nombres que no desentonaron y dejaron en alto sus propias leyendas, con Tame Impala como los grandes ganadores del azar y los contratiempos para cerrar con Twenty One Pilots para sacarse el peso de “reemplazar” a los headliners originales, dejando en claro que no tienen nada que demostrarle a nadie. Por cierto, el sol y el calor no dieron tregua sino hasta que cayó la noche con su brisa fresca para darnos un respiro.

Spiral Vortex

Ha pasado un buen tiempo para que esos sonidos cósmicos retornaran a este festival, y fue un gran apertura para este domingo con Spiral Vortex que buscaba con su imán musical a los espectadores, los fieles y quiere sentían interés hasta quedarse al frente del escenario. Un breve repaso a sus cuatros discos que se desarrolló con paisajes espaciales y efectos disfrutables, y que, con algunos problemillas menores en sonido, no fue una mancha para un recibimiento con brazos abiertos a la jornada dominical. El grupo ha estado en una buena racha con participar en importantes eventos.

OTTTO

Uno de los casos curiosos del festival pero que terminó con las manos alzadas haciendo el signo de cuernos fue la agrupación joven OTTTO, quien tiene de protagonista a Tye Trujillo -hijo del bajista de Metallica, Robert Trujillo– con Bryan Noah Ferretti y Patrick Chavez. Un montaje de Hard Rock que llamó la atención y tuvo a un público muy motivado, más cuando las botellas con agua rebalsaron para capear el calor con esas cuerdas crudas. Solo un single hay publicado, llamado «Skyscraper», mientras que el resto es completamente inédito para los presentes, y que de todas formas, se formó una vacilación ruidosa. La banda pronto está por estrenar más material, y es posible que esos adelantos sean reconocidos por lo que estuvieron presentes en esta intervención rockera que fue muy necesaria para la tarde.

Alectrofobia

El trío oriundo de Temuco se plantó en el escenario de la Aldea Verde para entregar un show energético de descargas de Rock, Blues y algo de Punk, deslizando una dosis de crítica social y mensajes políticos en sus letras, cánticos e intervenciones, algo tan ausente en otros momentos del festival. Un repaso por su poderosa discografía, incluyendo su más reciente lanzamiento «Nunca lo encenderán» -publicado justo antes de su presentación-, conectando con un público entusiasta, luchando con el calor sin piedad, llenando cada rincón de la aldea con su potencia. Un punto alto del Rock chileno en esta edición de Lollapalooza.

Alex Anwandter

Era recién las 15:30 y con este show, una gran masa estuvo concentrada para ver al artista de Electropop / Dance-Pop, a un par de meses de su nuevo disco. Alex no le bastaba tiempo para mover el cuerpo de cada espectador con un repertorio exquisito, partiendo con «Amiga», «Casa latina» de su proyecto ODISEA y la infaltable «Siempre es viernes en mi corazón». Hubo momento también para promocionar sus flamantes trabajos como «Maricoteca» y el debut en vivo de «Qué piensas hacer sin mí amor». Con mucho carisma, apoyo de coristas y sus músicos de ejecución impecable y control del escenario, Anwandter sabe crear fiesta, que sea a base de conciencia social y política, evidenciado con la inclusión de las grandiosas «Cordillera» y «¿Cómo puedes vivir contigo mismo?» en su catálogo pensado para el festival.

Pánico

El retorno de Pánico a los escenario grandes llegó como una tormenta eléctrica: un show explosivo, lleno de energía pura con una formación extendida a tres guitarras, con Eddie Pistolas liberando la imaginación en las cuerdas electroacústicas, Tatán Cavernícola golpeando la bata con fuego y Carolina Tres Estrellas liderando el viaje hacia el repertorio clásico, subterráneo y certero de la banda. Un repaso por sus trabajos más primitivos y salvajes: «No me digas que no si quieres decirme que sí», «Una revolución en mi barrio», «Fútbol», «Acción y velocidad» y «Chica bonita», con Bruce Lee de fondo, pasando por momentos más volátiles y alterados como «Las cosas van más lento», hasta llegar a su repertorio más experimental y percutido para cerrar con «Transpíralo» en medio de la fiesta bailable desatada entre pogos y coros luchando contra el calor. Un merecido reencuentro en uno de los escenarios principales (luego de un leve cambio de planes) para tomar el sitial de lujo que le corresponde a una de las principales bandas de la escena chilena. Un lujo total.

Gufi

El trío de Pop Punk con tintes de Emo-Pop hizo arder el escenario de la Aldea Verde en un espacio repleto de un público expectante y entregado, dispuesto a corear las melodías punketas de esas canciones de historias de una eterna adolescencia surfeando la ola de calor. Con un sonido y una presentación sólida y citas a blink-182, Gufi dejó claro que el peso de su historia y su sonido son una prueba contundente de la vigencia de la banda y su repertorio.

Jane’s Addiction

Perry Farrell y compañía se adueñaron del escenario desde el momento en que pisaron el terreno frente a un sol implacable, llenado el ambiente su psicodelia oscura y pesada de la mano de las impresionantes líneas de bajo de Eric Avery y una guitarra increíblemente lisérgica y afilada, demostrando que la incorporación de Josh Klinghoffer -quien antes estuvo con los Red Hot Chili Peppers en las ediciones de 2014 y 2018- ha sido un excelente ingrediente a la fórmula de Jane’s Addiction. Un repaso breve pero contundente por la discografía de la banda, dando paso a diversas facetas en su repertorio pasando por la sutileza de «Jane says» hasta llegar al peso de «Mountain song» mientras el sol caía frente a la energía descomunal del cuarteto que se elevaba entre la estridencia liderada por un maestro de ceremonias con mucho oficio en el manejo de masas, sacando a relucir un “chi-chi-chi” cada vez que el silencio osaba inmiscuirse en el set. Una performance increíble que, a ratos, se transformaba en un burlesque psicotrópico, una fiesta habitual de adición al sonido poderoso, un río estridente sin freno, con espacio para un vino chileno “al seco” para celebrar la vida, pues “es un gran momento para estar vivo en Chile”, según el jefe de jefes. Alto momento del festival. 

Alain Johannes Trio

Absoluto dueño de casa en la Aldea Verde, Alain Johannes entregó uno de los momentos más concisos, potentes y virtuosos de todo el fin de semana. Con una banda reforzada por excelentes músicos y amigos, Johannes lideró una travesía por su trabajo musical, haciendo paradas en distintos proyectos en los que su talento se ha visto involucrado en cuerpo y alma: el grupo Eleven, la producción en «Euphoria Mourning» (1999) de Chris Cornell o «The Desert Sessions» (momentos para recordar y tributar a sus colaboradores más querid@s y ausentes en este plano) y sus propios álbumes, combinando momentos de alta intensidad eléctrica y sonidos más íntimos, de una madera añejada en torno a la belleza y la calidad de la gran persona que Alain es. Sin duda, una de las joyas del festival, y está en casa, su casa.

The 1975

Puede ser un poco agridulce que los ingleses solo han pisado Chile tres veces en marco del festival, cuando ya a estas alturas han mostrado madurez y un arsenal de hits para tener un show solos. De todas formas, la presencia de The 1975 fue digna para el atardecer con esos tonos blanco y negro, y con una formación más ambiciosa en lo musical y más simple en su contexto escenográfico. Partiendo con la movida «If You’re Too Shy (Let Me Know)» que fue un gusto tener la presencia del saxofón, los ya conocidos del repertorio como «Chocolate» y «Somebody Else», presentando temas del nuevo álbum tales como «I’m In Love With You» y «About You», y la mayoría fueron con prioridad para canciones del excelente disco «A Brief Inquiry Into Online Relationships» (2018). Como era de esperarse, el vocalista Matt Healy se robó el recital con sus gestos, personalidad y su preocupación con los fanáticos para que todos bailaran y sigan el ritmo hasta el notable cierre con «The Sound».

Tame Impala

Kevin Parker demostró todo el amor que puede sentir por sus fans y el trabajo de su proyecto al aterrizar como una nave espacial y entregar uno de los mejores shows de los últimos tiempos en Chile. A pesar de estar convaleciente de una operación a la cadera y moviéndose con muletas sobre el escenario, el líder de Tame Impala desplegó toda su calidad interpretativa para moverse entre las diversas alternativas sonoras y sónicas de su discografía, concentrándose en su más reciente álbum «The Slow Rush» (2020) y sus melodías y beats más Pop Sicodélico, transformando el Parque Bicentenario en una pista de baile volátil con «One more year» y «Borderline» para detonar la fiesta con «Let it happen» y abrir la farmacia estrambótica con «Elephant» y «Apocalypse dreams», todo acompañado de juegos de luces alucinantes, imágenes y colores lisérgicos en las pantallas y una increíble destreza instrumental del grupo, paseándose por atmósferas que invitan a levitar hasta subir a una intensidad que estalla en papel picado y láseres que atraviesan el tiempo y el espacio con guitarras eléctricas distorsionadas y luego bajar a susurros sintetizados que estallan en ritmos sincopados en un viaje de ida y vuelta con «Runway, Houses, City, Clouds» -único tema presente del «Innerspeaker» (2010)– para cerrar la primera parte del show. La receta justa contra todos los males de este mundo. Como regalo de despedida, Parker y su equipo dejaron fluir «The Less I Know the Better» subiendo en ambientes, pulso y tintes para cerrar con «New Person, Same Old Mistakes», dejando caer todo el peso de una de las mejores bandas del circuito Neo-sicodélico. Realmente fue una joya tener a Tame Impala como cabeza de cartel, a pesar de las condiciones y accidentes. Sin embargo, el mismo Kevin lo dio todo como si nada, expresando una filosofía de vida coherente con el tesón y la pasión con la que despliega su set en vivo. Totalmente disfrutado por el gigantesco mar de gente que levitó con un set hecho para todo público de la banda.

Jamie xx

Vino como headliner con su banda máter en 2017 y en esta edición, como el encargado de cerrar el Perry’s Stage con su talento en los sonidos electrónicos. El integrante de The xx montó un introvertido carácter que se escondía de un fabuloso juego de luces para acompañar esas maniobras que sampleaba diversos temas -incluso con un guiño a su propio proyecto primordial al incorporar en el set «On Hold»– y a la vez, parte de sus propias canciones como «LET’S DO IT AGAIN» y «Gosh» . A estas horas, el peso de los cuerpos se sentía, pero la noche estaba cálida y su música fue uno de los últimos pulsos para el aguante y dejar satisfechos a quienes estuvieron presentes en ese rincón del Parque.

Twenty one Pilots

Encargados de cerrar definitivamente esta aventura musical de tres días en el Costanera Center Stage y con la responsabilidad de reemplazar a uno de los nombres fuertes de esta edición, Twenty One Pilots desplegaron un show lleno de energía, potencia, citas a la música local y cubriendo a blink-182 al interpretar «First date», además de dejar en claro que su propio repertorio y despliegue escénico tienen una fuerza propia y difícil de igualar. «Guns for hands», «Jumpsuit», «Ride», entre otras, con luces transformándose en fuego, además de las melodías vocales que iban desde detalles sutiles hasta explosiones guturales exquisitas para cerrar con «Trees» un set que coronó la jornada que trajo de vuelta las guitarras distorsionadas, la euforia desenfrenada y el Rock más primal y directo. Una buena forma de cerrar tres días de jornadas dispares y desbalanceadas, pero que se ajustaron a la tradición del festival.

¡Nos veremos en la versión 2024 de Lollapalooza!


Zumbido.cl

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