Por: Lucas Araya

El 27 de diciembre el Centro Arte Alameda se incendió en una jornada de combate y resistencia. Desde entonces se ha generado una red de apoyo para mantener el espíritu del centro cultural y así poder seguir operando y luchando. Una de esas instancias se vivió la noche del viernes 31 de enero en Bar de René, donde dos bandas que han pasado varias jornadas en el escenario del Alameda se unieron en una tocata a beneficio.

Vago Sagrado abrió el show desplegando parte del repertorio de sus tres volúmenes en disco. Donde el humo y los ecos de guitarra iban montando el galope de la batería que parecía avanzar desde lejos para que las modulaciones del bajo dieran forma final a la nave espacial donde viajaba la voz. Así, el sonido del trío fue avanzando como una marea sicodélica entre espuma de cerveza y luces que jugaban a esconderse.

El sonido de Vago Sagrado fue variando entre tema y tema, desde un trote directo que vuela como un puño de concreto, pasando por capaz sónicas que inundaban el aire caliente del bar, hasta una cama eléctrica de arpegios que bailaban con tonos graves que bailan un vals oscuro entre las cuerdas de la guitarra y el bajo. El flujo constante del setlist solo se interrumpía para hacer menciones al Centro Arte Alameda, a la represión y al apañe que ha existido durante estos meses extraños.

La parte final del show estuvo cargada de explosiones coloridas en el techo surgidas de las olas de efectos de sonido, combinadas con el humo sobre el agua seca de las paredes para terminar en un huracán de ondulaciones y un loop de voces, con el bajo al aire y la guitarra en el suelo. Siete canciones sobre un tren de groove y embates de tonos rojos.

Yajaira tenía preparada una sorpresa para esta jornada solidaria: la vuelta de Piri a los tarros para una noche de verano ardiente reviviendo el disco Desolazión (2005) en su totalidad. El show abrió con Estados Alterados, donde el peso del tiempo se dejó caer sobre un territorio en llamas físicas y emocionales. Abre el camino avanzó como una luz entre las grietas de la realidad que estamos viviendo en las calles, luchando contra el horror y destruyendo lo falso. Luego vino Ciegos y sordos, sonando más contingente que nunca: un mensaje al poder indolente, directo y con la simpleza de la realidad. La guitarra de Sam flotando como una sombra multicolor entre la oscuridad de los tiempos que vivimos, regalando una magia que sana y salva.

La banda nos regaló Lobo, un tema instrumental que fluyó como una pequeña manda de quiltros corriendo entre el bosque de cemento y sumando en su carrera a la masa que llegó hasta René. Desolazión llegó como un mazazo para recordarnos que detrás del horizonte hay represión y balas y que la lucha es también la consciencia de la aridez de no tener nada que perder como motor de resistencia, con el viento a nuestro favor. Fin de la primera parte.

La segunda tanda del setlist trajo Hormigas, evidenciando las soledades que coexisten entre sonidos oscuros buscando una sonrisa; Vuelve a arder, con su fuego imparable que avanza por debajo del tiempo. Por su lado, Atormentándonos dejó ver al trío moviéndose como pescados rabiosos entre charcos de agua tóxica y bombas lacrimógenas que queman la piel. La Conexión avanzó de apoco y fue creciendo en intensidad, fuerza, una guerrilla metafórica de cuero, sudor y sangre hasta explotar en tonos graves y platos que reventaban entre luces e imágenes en el muro.

Afortunadamente, Yajaira es una banda en constante evolución y trabajo y mostró una nueva canción (tentativamente llamada Actos) que recrea paseos entre imágenes en blanco y negro por un Santiago perdido entre galerías, pasillos y cines rotativos que ya no existen.

Para cerrar, Era de Tontos (Spinetta), con Piri en las baquetas y la voz, llevando las cenizas cósmicas de los Andes por un vuelo sobre el lugar, sin duda un tremendo tributo al rock latinoamericano.
Finalmente, el bis se materializó en Base, la cual se desplegó como un río seco que viaja como un mantra (puedes ver en sus ojos, miente) que se repite hasta perder el sentido en el infinito de los ecos de los tiempos modernos.

Yajaira está en plena forma, con un sonido sólido y contundente, donde Comegato y Sam despliegan esa magia de casi 25 años en el ruedo mientras, esta noche, Piri fue el encargado de guiar a la banda con el peso de elefantes avanzando por la noche dura, en la desolación lenta y real.

¡Larga vida a Yajaira!
¡Larga vida al Centro Arte Alameda!
¡Arriba quienes luchan por el arte!


Zumbido.cl

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