Por: Lucas Araya

El cuarteto integrado por Christián Galvez, Alejandro Espinoza, Marcos Aldana y Nelson Arriagada rindió un tributo al mítico y querido trompetista Cristián Cuturrufo (1972-2021) cargado de descargas musicales, fiato emocional e instrumental y destreza armónica nacida desde el cariño fraterno hacia el recordado músico.
La presencia de Cuturrufo estuvo marcada por su trompeta, clásica compañera de metal, sobre el escenario mientras los instrumentistas ingresaban a escena luego de unas sentidas palabras de bienvenida e inicio entre aplausos y luces que daban el tono solemne a la sesión. Después de todo, este era el primer show con público de manera presencial, lo cual fue tomado como un regalo por cada persona que participó de la velada.

El ensamble musical del cuarteto anfitrión fue tomando forma a medida que cada músico desataba su habilidad y virtuosismo sobre estándares del jazz. Batería, saxo, contrabajo y bajo eléctrico parecían danzar en el aire mientras las olas de música iba manejando la intensidad y la emotividad en cada nota y arreglo.
Andrea Tessa abrió la senda de invitades con su voz intensa y profunda, ofreciendo dosis de sutileza, maravilla y melancolía, todo en el marco de una entrega nacida del amor por la música y el recuerdo del trompetista (vino también la invitación a celebrarlo y a disfrutar la vida).


De a poco se fueron acoplando invitadas e invitados uniéndose a la nave del jazz, navegando mares de sonidos y ritmos sincopados entre las percusiones de Claudio Ortúzar, Jordan García, Mauicio Gallardo y Natalia Quintana mientras que las seis cuerdas de JC Blues flameaban sobre las bases elevadas del ensamble y la guitarra de Jorge Díaz llenaba los espacios de reverberación y sentimiento (especialmente en su momento más íntimo como solista en el escenario iluminado de azul y verde).
En el cierre de la jornada, la selección completa de músiques desplegó toda una avalancha de virtuosismo en improvisaciones que sirvió como una ceremonia ritual de homenaje para alguien que vivió toda su vida volcado a la música, a gozarla y difundirla en todo momento y lugar. El abrazo final dejó claro que cada nota musical nació de sus corazones, los mismos que llevan a Cristián Cuturrufo guardado como un tesoro de amor eterno.





















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