Texto por: María Araya
Fotografías por: Claudio Escalona

Siendo las 20:11 horas apareció en el escenario de un Teatro Caupolicán — totalmente repleto— don Salvatore Adamo. El cantante Ítalo-Belga de 79 años se presentó en nuestro país en el marco de su gira «Es mi vida». Lo primero que hizo al pisar el escenario fue tomarse unos minutos para saludar a su público, compuesto por adultas y adultos mayores, pero también con las hijas e hijos de éstos.

Muy en su estilo europeo se presentó vestido con un atuendo formal como el gran señor que es. Un personaje totalmente cautivador y cariñoso con su público. Las primeras filas de la platea baja estaban repletas por sus dos clubes de fans, quienes se turnaban ordenadamente para acercarse al escenario y entregarle diversos regalos especialmente envueltos, algunos peluches y muchísimas flores.

Estuvo acompañado de su banda compuesta por ocho integrantes. Llama la atención el dinamismo de los músicos, quienes canción tras canción cambiaban de instrumentos: el tecladista pasó a la guitarra; la violinista al trombón, etc.

El público participó activamente en los coros y aplaudieron los constantes bailes del intérprete. A la segunda canción Adamo comenzó a bailar, dando pequeños brincos alternando un pie y otro, totalmente adorable. Cuando sonaron los primeros acordes de «Tu nombre» el público estalló en gritos y aplausos. Un Teatro Caupolicán lleno hasta el último asiento de la galería ya se había entregado a su ídolo, este último incluso se dio el lujo de interpretar una nueva canción que pertenece al disco que prometió estrenar a fines de este año.

«En bandolera» transformó el teatro en un verdadero karaoke. Al terminar, una fan se acercó al escenario y le pidió que firmara la portada de una revista donde el cantante aparecía muy joven. Él hizo un pacto con sus seguidoras y les dijo que sólo firmaría por única vez porque debía seguir su lista de canciones y les hizo ver que, de lo contrario, sería injusto con los demás asistentes al show. Un verdadero señor. Tomó asiento para deleitarnos con «Al bar de mi juventud» y luego volvió a ponerse de pie para interpretar «Un mechón de cabello», generando más y más gritos, coros y aplausos, para dar paso a «Mañana en la luna» y «Era una linda flor». A continuación realizó un bloque de canciones con guitarra en mano entre las que estuvieron «Arroyo de mi infancia» y «Yo te ofrezco».

El público se destacó por el respeto en todo ámbito: se organizaron, cantaron, aplaudieron, nadie fumó. Tenemos mucho que aprender de ellas y ellos. La lista interminable de hits siguió con «Muy juntos» recibiendo de vuelta una ovación cerrada. Cuando interpretó «No podemos dejarnos tú y yo» simuló un baile romántico haciendo el auto abrazo y las señoras enloquecieron. Anunció un bloque especial de los años 60 que incluyó «Ella anda», «Nuestra novela», «En mi canasta», «Pequeña felicidad».

Pero no todo fue alegría y saltos, el cantante también se puso serio y emitió su opinión sobre el conflicto en Ucrania, señalando: “después de tantos sueños que soñamos juntos despertamos con el horror… Que paren los dictadores y el germen de odio. ¿Cómo puede el amor crecer de nuevo donde la tierra sangró”, visiblemente conmovido y siendo aplaudido de pie por su público. Sus fans le pidieron que cantara «La noche», él les respondió que debía respetar el orden de sus canciones y que “además, para la noche se necesita pijama”, generando un revuelo en las asistentes.

«Te tengo que olvidar» da paso a «Cae la nieve» y el intérprete nos contó que esta última canción el próximo año cumple 60 años y se ríe de la edad. El público coreó el clásico “¡mijito rico!” y él lo recibió haciendo corazones con las manos. La canción «Un sueño» nos trajo de vuelta el discurso pacifista de Adamo, quien señaló que se inspiró para la letra en el discurso de Martin Luther King y en «Imagine» de John Lennon y nos dijo que debemos conservar ese sueño de igualdad.

La pantalla proyectó una serie de imágenes de un Salvatore Adamo jovencísimo, en el albor de su carrera, el público se deshizo en gritos y fue sorprendido con «Es mi vida», encendiendo un karaoke automático. Y nos dijo: “gracias por permitirme hacer lo que me gusta que es cantar. Si todos viviéramos de lo que nos gusta hacer, este mundo sería perfecto”. Un espléndido señor. Presentó a su banda completa y le pidió a la gente que aplaudiera y arengara a sus músicos. Incluso pidió aplausos para la organización del teatro y para la productora. No podía faltar en su repertorio «Mis manos en tu cintura» —punto altísimo de la noche—, para seguir con «Insha allah».

En el bis estuvieron presentes por «Porque yo quiero», «La noche» y finalizó con «Mi gran noche», canción compuesta por el propio Adamo y popularizada por Raphael.

Un concierto sólido, de exactos 120 minutos de duración, con un Salvatore Adamo incombustible, que prometió volver pronto. Si alguien pensaba que esta era una despedida, parece que se equivocó, queda Adamo para rato.


Zumbido.cl

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