30 años de historias y sonrisas
Por: Adolfo Serey
Fotografías por: Eduardo de la Rosa
Nos encontramos esperando el concierto de Nicole, el cual enmarca su carrera musical de 30 años de historias y grandes éxitos que la han posicionado como una de las artistas referentes de nuestro país. Sus oyentes saben que su carrera musical ha confluido en un pop con diferentes matices e influencias que no han dejado ni al oyente más esquivo indiferente.
¿Acaso nunca has cantado o tarareado un tema de ella?
El repertorio viajó por Sirenas para luego dar paso a Despiértame, uno de esos grandes éxitos que perduran en el tiempo incólumes e inolvidables. Luego devino Noche (Gotas de Miel), otra célebre entre las más añosas y populares del disco. Para finalizar “Sueños en Tránsito” tocaron las canciones Cielos y Todo lo que quiero.
Sobrecogió, entredichos en su primer acto, referido a lo muy propio de los tiempos agitados:
“Chile despertó. Ojalá tengamos un Chile mejor {…} donde todos podamos atrevernos a cumplir nuestros sueños”. En ese momento los aplausos se hicieron partícipes del concierto, una sucedida purga a las emociones contraídas en los corazones de las personas y que de algún modo buscan escapar.
El segundo acto retrató un tiempo muy parecido al anterior, pero con ese sonido sudoroso y electrónico que tenían los repertorios de los primeros años del nuevo siglo: Si vienes por mí, Veneno (buena, buena), Culpables y El Camino.
Y de ese electro-futuro que alguna vez se vio tan lejano, las melodías nos mandaron de regreso a los 80’, donde la perdida inocencia escribía las letras de las canciones Qué Hacer para conquistarlo, Bicicletas, Dejen un lugar o Qué está pasando en mí y Tal vez me estoy enamorando.
El cuarto acto estuvo constituido por el repertorio del disco Esperando Nada, uno muy interesante en su sonido y letra, ya que está constituido por muchos colores musicales como el jazz, el rock, el pop y la balada, los que se entraman diversificados y cautivadores en el oído del espectador. Su transcendencia vibra en los ritmos de Sin Gamulán, Esperando nada, Extraño Ser, Sólo al Mar, Sigo Buscándote y Dame Luz (Amor A Domicilio).
Cuando de viajes queremos hablar y describir, no podría ser mejor descrito que por las canciones Viaje Infinito con su característico sonido retro-disco, los fluidos saxofones de Amanecer, la cadencia de Sin Ti, la pasión de Háblame y la retrospectiva Vida.
Cuanto camino recorrido entre dulzor y acaramelado repertorio para llegar al disco Panal. El electro, matizado en sus bits, nos proporcionaron el camino adecuado para hacernos percibir el tema Color. El ambiente se apoderó de una forma kitsch con Románticos y Baila. Partir musicalizó la nostálgica rememoración de la relación entre Nicole y su madre, un regalo mutuo de complacencia y bello gesto de agradecimiento que compartió con todos nosotros, los espectadores. Pequeñas Cosas Buenas sumaron la tónica perfecta para inundar de vibra positiva el alma de los espectadores, lo cual los incitó a moverse al compás de la melodía, para luego corear el pegadizo tema HOY.
El show aparentemente había cesado, cuando el delicado y apacible No somos extraños emerge de la obscuridad. Y para finalizar, como rayos certeros cayendo sobre el escenario, todo se empapó de luz, esa hermosa luz de alegría que irradia Nicole cantando Panal.
Deseo finalizar este comentario con algo más que citar esas dos horas y algo más que transcurrieron de concierto, donde y cuando nos perdimos en la dulce voz de esta artista local. Más bien, quisiera dar espacio a sus propias palabras, aquellas que quedaron flotando en mi cabeza, ese mensaje nuevo que nos hace tanta falta por estos momentos:
“La música {…} mueve energías y hace que cosas imposibles sucedan”.
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