Black Flag: llamas oscuras al calor de la noche
Por: Lucas Araya
La tarde del primer viernes de marzo avanzaba entre gente tomándose las calles y la plaza de la Dignidad, rutas cortadas, estaciones de metros cerradas y represión a punto de hervir. En este contexto, las paredes calientes del Arena Recoleta (entre moteles, fábricas y escuelas) se preparaban para recibir una descarga histórica de hardcore punk: Black Flag al fin llegaba para flamear en medio de la lucha y el estallido social.
La jornada partió a las 19:15 con Paranoia, un trío punk que desencadenó sus guitarras a todo volumen y una voz filosa que hablaba de amor, falta de comida, aburrimiento y ganas de salir a quemar. Las alusiones al gobierno y el cruento actuar policial también aterrizaban entre tema y tema, mientras Gregg Ginn (guitarrista y fundador de Black Flag) se paseaba entre el escaso público que iba llegando. Paranoia cantaba sobre las ganas de fumar hacia el final del repertorio y se despedía agradeciendo a la producción y quienes asistieron al show de apertura.
A las ocho en punto arrancó Vadka como chispazos sobre bencina crossover. Con un sonido y estéticas que recuerdan a la escena más ochentera (hardcore/metal) sacaron un set adelante a pesar de los problemas de sonido y de afinación en la guitarra que aparecían constantemente. Un show que fue de menos a más, subiendo en energía y calentando el carbón para lo que vendría más adelante.
Aversión Social se dejó caer a las 20:50 como un rayo eléctrico, cuando la noche ya se había instalado en el lugar. Su energía pura llegó arrollando a quienes estaban en el Arena Recoleta y generó los primeros pogos con real fuerza salvaje de la jornada. El mismo Greg Ginn estaba en la zona de batalla moviéndose y compartiendo con quienes lo reconocían.
El mensaje de Aversión Social abarcó la lucha y resistencia en Latinoamérica en su discurso y sonido: Punk con instrumentos mapuches para denunciar la violencia y abuso de poder. Un combo a la cara de pura energía y disonancia que tuvo que combatir con un corte abrupto de luz con una insistente batería que no paró tocar hasta que la cosa volvió a prender, literalmente, entre voces y saltos que invitaban a despertar luchando en una excelente representación de punk del sur de Chile por parte de un grupo de cuatro seres que declaraban su amor por las papas, los mariscos y su lucha antifascismo. Dejaron la mesa servida.
A las diez en punto Greg Ginn y la versión actual de Black Flag entregaron su descarga explosiva desde el primer acople. Un golpe certero a la oscuridad de la noche extendida, dejando en claro que en esta bandera negra no hay estrellas, solo un combo incendiario, energético sin freno que llegó con un repertorio potente y al hueso que incendió todo casi sin respiro: Despression,No values, I’ve had it, Black coffee, Fix me. Un arsenal potente que desató un mosh que no se detuvo hasta el fin del set.
Quizás el mal recuerdo de la experiencia amarga de La Polla Records hace algunas semanas hizo que la producción pusiera algunos resguardos sobre el escenario para evitar que alguien subiera a intervenir el show. La presencia de estos guardias improvisados redujo el espacio para la banda, pero supieron liberar toda su energía a pesar de lo apretujados que podían estar y lo limitado de sus movimientos.
Gimmie Gimmie Gimmie, White minority, Six pack, Room 13 y el peso de la historia del hardcore punk invadía el aire de la ciudad de la resistencia, entre luces y humos que cubrían la silueta y las sombras de Ginn, quien desató su anti virtuosismo en cada acorde, acople, punteo y guitarrazo haciendo del instrumento una extensión de su mente y cuerpo.
Slip it in trajo lo más parecido a una jam punk, con la intro mortal del bajo y una batería dinámica y potente que iba cambiando de ritmo y estilo a medida que iban construyendo el camino hasta llegar al redoble clásico que inicia la canción hacia una dimensión de rabia adolescente entre colores difuminados y la voz de piedra de Mike Vallely que llegaba como camotazos a cada rincón de la casona del Arena Recoleta.
Revenge, Gealous again, I can´t decide fueron un despliegue vulgar de poder volcánico que solo un corte de energía pudo contener por unos segundos. A estas alturas, la banda dejaba claro que son una más que digna versión actual de la antorcha que lleva el nombre de Black Flag como combustible. Sin embargo, el peso real lo lleva su guitarrista, fundador y líder, quizás la única señal de que estamos frente a una banda “real” y no en un concierto tributo. De todos modos, un poderoso combo que desplegó toda la carga necesaria para una cita con el legado de brutalidad y lucidez.
La parte final del set dejó escapar Nervous breakdown, T.V party, Rise above y Louie Louie, desatando más pogos e intentos de subir al escenario, todo mientras Black Flag terminaba de quemar el oxígeno y rociar el aire con parafina eléctrica en nombre del punk, una bandera inagotable.
Si a esas alturas, en las calles de Santiago las barricadas quemaban las calles, en Recoleta, el fuego encendía el ambiente. Un resumen y una clase de poder sonoro y claridad lírica rabiosa.
Habría que buscar una explicación sensata para el poco público que llegó al encuentro con una parte esencial de la historia del punk (sin Black Flag las cosas hubiesen sido diferentes para Sonic Youth, Melvins, Nirvana y largo etcétera), pero los pocos que llegaron se volvieron locos, tanto como la banda y su salva sónica en el epicentro de un terremoto social que ardía en Santiago. Un buen apronte para lo que será marzo y todo el 2020.
Setlist:
- Depression
- No values
- I’ve had it
- Black coffee
- Fix me
- Gimmie gimmie gimmie
- Loose nut
- White minority
- Six pack
- Bastard in love
- Room 13
- Slip it in
- I can see you
- Damaged II
- Retired at 21
- Revenge
- Clocked in
- Jealous again
- Can’t decide
- Nervous breakdown
- TV party
- Rise above
- Louie Louie
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