Texto por: Gabriela Suárez

Fotografías: Daniel Sáez

Luego de varios minutos de retraso se abre el telón: vemos tres siluetas en la oscuridad. La gente recibe con aplausos, aclama y lo pide, mas no pasa nada. Son unos segundos de presencia ausente donde nos observan desde el silencio, aumentando las ansias con cada momento de pausa.

En el contexto de la gira «Tú ve», tenemos el privilegio de volver a contar con Kevin Johansen, quién a esta altura ya es parte de la familia Nescafé de las Artes. El disco que le da nombre a la ocasión, se destaca por ser retrato biográfico de inspiraciones y relator de la trayectoria del proceso de madurez musical del artista, tributo a la historia y banda sonora de su propia vida. Noche que destaca por las interpretaciones de un espectro de música propia y ajena en conjunto a grandes colaboraciones, que significan el momento como un jugueteo de ritmos e idiomas que nos mantiene en permanente viaje.

Como un presagio, la noche comienza con la entrañable colaboración realizada junto a Wiranda Johansen, representada por la aparición de una dulce voz que nos compaña con «Perfect day». Posterior a ello, ese vozarrón tan característico envuelve el teatro con lo que sería el inicio de una narrativa de historias y procesos que conducirían la noche, mientras el público con admiración se deja llevar por él con muy baja intervención, como si quisieran mantener la esencialidad del acto ritual. Nuestro narrador lleno de chispa, contextualiza cada canción con personalidad. Con una maliciosa percusión, presenta «16 toneladas» como “el manifiesto comunista yanqui”, preparativos para lo que en sus palabras se convertirá en “el momento obscuro de la noche” que acompaña el lamento con un cálido rojo que envuelve el lugar para corear y acompañar al ritmo de las palmas la icónica «Desde que te perdí» en conjunto a uno de los muchos hologramas que pudimos percibir esta noche, Silvia Pérez Cruz.

El punto alto de la noche fue claro, el nombramiento de Natalia Lafourcade no puede no causar cosas en el público, siendo la responsable de -con el recuerdo de su voz- remover emociones y sembrar magia junto Kevin y junto a «Tú ve», haciéndonos danzar de un lado al otro con este dueto lleno de dulzor. Paseamos por «Sur o no sur» como preámbulo de una de las referentes de éste lado del continente. La historia se remonta a una madre de crianza tradicional que con una personalidad irreverente, entre viajes y amistades, se encuentra con otra madre, quién con su trayectoria y antropología de las raíces, gestó un antes y un después de la música en nuestro país. La primera es Marta, la madre de Kevin, la segunda es Violeta. Como honor a la herencia, nos entrega una juguetona versión de «El Albertío» que comienza como como un acústico para terminar intervenida por juegos eléctricos.

Noche de coqueteo, piropos y encanto, percusiones interactivas y juegos de luces cumbieros. Un concierto para admirar y dejarse llevar por una vibra absorbente. Paseamos por un sinfín de encuentros, reflejo fiel de la representación del disco. Culminamos con la fusión del fervor del público que latente siente la señal y no duda en subir al escenario a compartir y celebrar junto a Johansen y la «Cumbiera Intelectual». Cuando todo es fiesta y las barreras se difuminan, terminamos con la infaltable despedida. Nos vemos otra vez, por hoy ya es el «Fin de fiesta».


Zumbido.cl

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