
Texto por Franco Zurita
Desde su gestación en el año 2011, Harakiri for the Sky se ha erguido como una rareza dentro del metal más extremo. El dúo austriaco formado por M.S. y J.J. ha sabido construir un lenguaje propio entre la violencia del black metal y la melancolía introspectiva del post-rock, habitando ese territorio furioso y catártico para transformarlo en algo hermoso. En cada disco han afilado más su estética: una mezcla de poesía, de devastación. De palabras que arden, y en “Scorched Earth (2025)”, su más reciente entrega, esta mixtura alcanza un punto de combustión total.
Este álbum es una caminata entre ruinas. Desde los primeros segundos te sientes como adentrándote en un territorio recientemente arrasado por el fuego, donde el aire es denso y las cenizas aún flotan como recuerdos que se niegan a desaparecer. Es un ritual de purificación con guitarras que arden entre el ruido, mientras los blast beat marcan un pulso vital entre la destrucción y la supervivencia. En medio de este caos, J.J. expulsa sus propios demonios a través de gritos, poesía y reflexión, con una voz desesperada, herida y con una rabia contenida que se desborda sin romper el equilibrio.

Cada canción parece surgir de la desolación. “Heal Me” abre como una plegaria entre la niebla para luego estallar en una corriente imparable de guitarras que sangran. Su producción es pulcra y mantiene el espíritu del caos bajo control, sin domesticar del todo, permitiendo que el ruido respire y que la distorsión sea casi un lenguaje por sí misma. El álbum no teme extenderse; sus largos pasajes instrumentales son viajes internos, en donde la catarsis se abre paso de manera persistente y violenta. En “Keep Me Longing” el tiempo se dilata, y lo que empieza como una súplica termina en una tempestad emocional que parece no tener fin.
Pero Scorched Earth no se trata solamente de purificar el dolor, es también una obra de contemplación. Entre estas murallas de sonido se esconde una vulnerabilidad honesta, una búsqueda de refugio en medio del derrumbe. Sus letras son relatos y confesiones, que nos hablan acerca de la pérdida, aislamiento y la memoria. No hay moraleja, sólo la aceptación del vacío y la necesidad de seguir caminando sobre él. El fuego, aquí, no destruye por completo sino que purifica lo suficiente como para abrir nuevos espacios. Es un álbum que entiende el dolor como el tránsito hacía un nuevo destino.
Scorched Earth suena como si Mogwai se hubiera perdido en la mitad de un bosque noruego en medio del invierno. Es una experiencia total: agresiva, lúcida, emocionalmente agotadora y, al mismo tiempo, profundamente humana.
Este disco se alza cómo una elegía. Es un álbum que busca arder y consumirse junto a ti. Es el retrato sonoro de un desgarro compartido, de esa sensación de haberlo perdido todo y aun así seguir avanzando entre los restos y su fuerza radica en esa honestidad brutal, en esa capacidad de hacer del caos un espejo donde todos, en algún punto, podemos reconocernos. Es el fuego que aún sigue brillando en medio de las cenizas y el próximo 12 de Noviembre, nos reencontraremos con Harakiri For The Sky en su regreso a nuestro país para hacer estallar la Sala RBX con su “Heal Me – Latin America Tour 2025”.
Aún quedan entradas en Passline. Produce: Monkey.





















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