Por: Lucas Araya
Ph:Claudio Escalona

Mientras el público comenzaba a repletar la pista de la Blondie, la música de Javiera Mena, Denisse Rosenthal, Telediario Donoso, Fran Valenzuela, Los Bunkers, Saiko y Lucybell sonaba aumentando el calor húmedo de la noche ardiente de Santiago. Bailábamos en la comodidad de la casa familiar.


Las luces se apagaron, los gritos se escucharon con intensidad y Gepe salió a escena para abrir el show con Prisionero, su actual sencillo, coreado y acompañado por las voces del público como si ya fuera un clásico. Luego de eso, Daniel Riveros pasó a la batería para desplegar una energética Marinero Capitán acompañado de su banda eléctrica, trayendo los aires de un carnaval andino subterráneo con charangos, saxos y un bajo que hacía retumbar el lugar. Todo el cuadro se completaba con el cuerpo de baile que hacía estallar la fiesta colores.

De ahí en adelante la lista de canciones fundamentales se dejó caer casi sin pausas: Bacán tu casa, Joane (dedicada a las víctimas de un estado asesino mientras en las pantallas ojos giraban en torno al fuego y palomas blancas volaban entre flores). Fruta y té se fundió con las voces unidas de les presentes, al igual que la interpretación de Invierno: un coro de almas de fuego humano.


Alfabeto trajo los sonidos nortinos una vez más entre flautas y una improvisación con alusiones a las balas que van a volver.

Campos magnéticos le entregó aires más emotivos al repertorio cuando apenas había pasado media hora. Luego sonaron TKM, Por la ventana y Flor del canelo, haciendo referencia a los 101 días de lucha social en sus palabras, abriendo espacio para una danza que unió los Andes con el Wallmapu, la Wiphala y la bandera Mapuche flotando en el aire y el sudor.

Hubo un pequeño momento de pausa, pero la intensidad no bajó, ya que Gepe presentó una composición nueva (solo con su guitarra), la cual habla de la amenaza contante que sufren las mujeres por el solo hecho de caminar por la calle, sintiendo el peligro de ser agredidas y donde la línea principal de la canción le pide, por favor, a su interlocutora: avisa cuando llegues a casa. Totalmente contingente y real. Aquí no hay espacio para el miedo, solo el cariño y el cuidado de una manada fiel y contenedora.

Hablar de ti fue el momento preciso para dar paso a Claudia Mena, integrante actual de su banda, quien interpretó un fox trot charangueado que le dio espacio al saxofón para flotar como si estuviera en una playa de Antofagasta. Excelente momento.

Platina llegó de la mano de una guitarra gitana que jugaba entre los pasos, saltos y brillos de los trajes Tinkus de las bailarinas para pasar a Solo y así aterrizar del vuelo con Hambre. Todo fluía mientras un mar de manos que flameaban dieron la bienvenida a Wendy Sulca que apareció en la pantalla gigante de fondo. Fin redondo entre bailes y coros.

Luego de un lapso corto de aplausos y gritos a oscuras, Gepe trajo Un gran vacío, seguido de La Vertiente (homenaje a la gran Margot Loyola) y Fiesta maestra para así dejar el ambiente en lo alto y cerrar con Bomba chaya entre trotes, bombos, papel picado y voces en coro que recuerdan la lucha y lo que se ha dejado atrás. Una real fiesta entre el caos y violencia que rodea la ciudad. Un bálsamo para las noches iluminadas con láser y humo de color.

El repertorio de Gepe se sustenta por sí solo y tiene la contundencia de toda una carrera llena de constancia y entrega, lo que hace que noches como estas sean memorables en términos de energía y comunión con sus fans, una manda felina, ferviente e inseparable.
Concierto perfecto.


Zumbido.cl

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