Mientras estemos confinados, los libros pueden ser una gran alternativa para que los pequeños comprendan mejor el mundo, conozcan nuevas realidades, y también, se entretengan con grandes aventuras.
En medio de una nueva cuarentena y sin claridad de cuándo se podrá retomar en algo la vida normal, los menores de la casa comienzan a evidenciar signos de cansancio y estrés, motivo por el que urge más que nunca acompañarlos y entregarles las herramientas para que puedan distraerse. Si bien en nuestro país, los índices lectores aún son demasiado bajos, nunca es tarde para reivindicarse y dedicar algunos minutos al día a leer junto a ellos, a su ritmo y de acuerdo a sus intereses.
“El encierro y la incertidumbre producto de la pandemia ha afectado la salud mental de la población en general incluyendo a los niños y niñas”, comenta Ángela Cabezas, psicóloga del “Programa Creciendo Juntos”. En esta línea, agrega que incluso puede afectar en áreas claves del neurodesarrollo en la primera infancia (hasta los 6 años), debido a que tienen preocupaciones por el exceso de información que reciben y no son capaces de procesar. “Los menores no cuentan con las herramientas emocionales necesarias para lidiar con ello, manifestando sintomatología ansiosa, frustración, estrés, cambios de humor y temor de contraer el virus, lo que además afecta al libre movimiento, la exploración, las relaciones sociales, el juego y el aprendizaje”, explica.
En este sentido, la profesional aconseja a los padres y/o cuidadores poder transmitir la seguridad necesaria tanto física como emocional, así como también entregar estímulos, cariño y confianza. Una de las formas de conseguirlo, es a través de la lectura. “La mayoría de los libros tiene una función de divertir, entretener y ayudar a distraer la atención de sus lectores, que junto a su capacidad relajante y tranquilizante, puede reducir los niveles de estrés y ansiedad”, indica la psicóloga.
Asimismo, se debe tomar en consideración que algunos de los beneficios de la lectura son: estimular la fantasía y la creatividad; fomentar valores, cualidades morales y anímicas; colaborar en el desarrollo cognitivo, de lenguaje y memoria y ayudar, a que el niño o la niña aprenda a través de la magia y la fantasía, potenciando así su inteligencia e imaginación. Para Ángela Cabezas, pensando en los primeros lectores, se debe escoger un texto que llame la atención del menor, apto para su edad y con leguaje sencillo, historias cortas e imágenes llamativas para mantener la disposición para escuchar e interactuar con la historia del libro.
Pensando también en la primera infancia, es que la Editorial Pehuén ha preparado una selección especial para preescolares y menores que se están iniciando en el maravilloso mundo de la lectura.
“La casa de los ratones” con sus títulos “Sam y Julia”, “Vamos de compras” y “Vamos a jugar”, de la holandesa Karina Schaapman, es una gran alternativa incluso para que los padres rememoren la estética de los años ’60 y ’70.
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