Nota por Tomás Bascoli
Fotografías: Checho García | Noix Entertainment

Si hay algo de que estoy seguro es de la estrecha relación entre la cultura de entretenimiento de Japón y nuestra propia cultura popular chilena. Hoy en día, son miles las personas que han adaptado conductas, lenguaje y modas del país asiático y todo se debe, principalmente, a esa generación marcada por el animé japonés. Horas y horas frente a arcos de historias asombrosas que han dejado huella con sus personajes en el centro de la cultura chilena. Ayer, 23 de mayo, esta relación vivió un hito especial frente a la presentación, tras nueve años de ausencia, de la banda japonesa Asian Kung-Fu Generation que presentó un espectáculo perfecto, sin sobresaltos y cargado de una especial emocionalidad emanada de todas esas referencias hacia el animé de nuestra infancia. Como un sideshow de la Super Japan Expo, el Teatro Caupolicán fue el escenario elegido para que Gotoh, Kita, Yamada e Ijichi se volvieran a reunir con nuevos y viejos fanáticos.

Poco antes de las 20:00 de la noche, el recinto capitalino se encontraba repleto y colmado de extremo a extremo. En cancha y platea, se respiraba olor a cabritas,  no cabía nadie más y en todos los rincones se sentía esa expectación por ver a la banda que apareció con un leve retraso. Así, algunos minutos pasadas las ocho de la noche, el cuarteto japones acompañado de un quinto integrante en los teclados subió a escena que contaba con un simple fondo en donde se podía leer “Asian Kung-Fu Generation” y todas las coloridas portadas de su álbumes de estudio.


El concierto inició con «Shinseiki No Love Song», para luego hacer explotar el teatro santiaguino con «Re:Re:» y «Rewrite», dos canciones que no dejaron indiferente a nadie y permitió cantar al unísono junto a Gotoh derribando toda barrera idiomática. El show seguiría con «Easter» para luego dar una pausa, interactuar con el público con un escueto “gracias” por parte del vocalista y presentarse como “Asian Kung-Fu Generation”, para luego dar paso a «Shukuen», «Soranin», «Aru Machi No Gunjou» y «Eternal Glider» en una sección mucho más lenta y pausada que su inicio.

Así, acompañados con un juego de luces monocromático que seguía los cambios de ritmo de las canciones, los japoneses demostraron esa calidad de interpretar un sonido melodiosamente armónico, sin dejar la fuerza y el poder que los coros o los gritos de Gotoh otorgan a cada canción de la banda. Esta capacidad melódica se debe, especialmente, a la simbiosis entre el bajista Yamada y el baterista Ijichi que sostienen y orquestan cada aceleración y desaceleración de las canciones en perfecta sincronía.

No hay sobresaltos y nada queda fuera de la pauta. Toda melodía es ejecutada a la perfección e incluso cuando todo parece desbordarse en caos, con en «Blue Train», lo no hacen. Se mantienen estoicos y a veces contenidos para lograr esa sincronía melódicamente armónica. Tras ello, nuevamente aparecen los “gracias” de Gotoh y la interpretación de «Marching Band» y «Siren», antes de presentar la próxima canción bajo el título de «Blood Circulator» y nuevamente hacer retumbar el teatro con saltos y cantos del público.

Dejando detrás la medianía más calmada del setlist, Asian Kung-Fu Generation volvió a la potencia con «N. G. S.», «Empathy», «After Dark», «Demachiyanagi Parallel Universe», «Kouya Wo Aruke» y «Kimi To Iu Hana». Entremedio, Gotoh volvió a agradecer al público con un tímido “son los mejores, arigato gosaimas” además de presentar personalmente a cada integrante de la banda en el cual cada uno de llevaba un estruendoso aplauso de la parcialidad oyente.

La banda dejaba el escenario para un encore en donde el Teatro Caupolicán se llenó de un “otra, otra” y repercutía en cada pared del inmueble. Así, los japoneses no tardaron en volver acompañados de una bandera chilena en lo que fue una de las postales de la noche. Con ello, «Korogaru Iwa, Kimi Ni Asa Ga Furu» y la potente «Haruka Kanata» fueron las encargadas de cerrar el setlist de la manera más alta posible y que luego se haría realidad con la reverencia en conjunto de los asiáticos hacia un público que cantó más fuerte que ellos mismos y que demostraba la expectación y amor por ver una banda como tal.

Como una vuelta hacia la niñez, una unión con nuestros personajes favoritos, la coronación de la cultura japonesa en Chile o el amor por una banda que derriba los límites geográficos y lingüísticos a través de su melódico rock. Cualquiera de esos argumentos abrazó cada uno de los oyentes de Asian Kung-Fu Generation que brindó un espectáculo en donde la música va enfrente e interpretada de manera perfecta. ¡Arriba, generación otaku! Que el día de ayer fue una real fiesta.


Setlist:

  1. Shinseiki No Love Song
  2. Re:Re:
  3. Rewrite
  4. Easter
  5. Shukuen
  6. Solanin
  7. Aru Machi No Gunjou
  8. Eternal Glider
  9. Blue Train
  10. Marching Band
  11. Siren
  12. Blood Circulator
  13. N. G. S.
  14. Empathy
  15. After Dark
  16. Demachiyanagi Parallel Universe
  17. Kouya Wo Aruke
  18. Kimi To Iu Hana

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