
Texto por Franco Zurita
Fotografías por Hugo Hinojosa
La música de P.O.D. siempre ha tenido algo de profético y por supuesto, de mucha resistencia y la noche de ayer, 17 de Diciembre, tuvimos el honor de reencontrarnos con los californianos quienes regresaron para demostrar que su verdad no ha perdido ni un ápice de fuerza con el pasar de los años. Una colisión de tiempos en medio del eco de una juventud que se reencontró con la banda, sus himnos y el fuego rebelde de toda una generación. Con Demon Hunter como invitados en este recorrido por Sudamérica, en una celebración en donde cada riff se sintió como una cicatriz y cada coro como un acto de redención, recordándonos estar vivos y ser parte de una experiencia espiritual que trasciende cualquier género.
Demon Hunter: La oscuridad que precede a la luz
En medio de la expectativa y la emoción de este reencuentro, la jornada comenzó con una atmósfera densa, casi litúrgica. Demon Hunter, los invitados de honor en esta travesía latinoamericana, irrumpieron con una filosa elegancia, comenzando su intervención con «Sorrow Light the Way» y «Heaven Don’t Lie» las cuales, abrieron el show como un bautismo de fuego, estableciendo una ejecución técnica impecable.

Ryan Clark y compañía navegaron en las profundidades de «Not Ready To Die» y la melancolía visceral de «Dead Flowers», demostraron que el metal con tintes más góticos tiene un hogar devoto en esta parte del continente. «Storm The Gates Of Hell» fue el último testamento de los norteamericanos haciendo retumbar las paredes del Coliseo, dejando el aire cargado de una electricidad expectante.
P.O.D.: Desde Southtown al sur del mundo
Tras esa demostración de luminosa oscuridad y breakdowns, las luces se apagaron para recibir a P.O.D., y junto a ellos, la nostalgia y el presente colisionaron de forma magistral para el primer disparo de la noche: El clásico «Southtown». El primer asalto de la noche nos transportó a los buenos tiempos y al sonido de las calles de California, en medio del rap y densas guitarras. El artefacto explosivo de «Boom» y el ritmo frenético de «Set It Off», convirtieron la cancha en una caldera de saltos y puños en alto. Pero esto no solo era una demostración de «grandes éxitos», sino que también, el momento para entrar en las fauces «Veritas», su más reciente testamento sonoro. Dicho esto y uno de los puntos más altos de la noche fue la interpretación de «Drop». En colaboración del propio Ryan Clark (Demon Hunter), Sonny potenció la interpretación sellando un sentimiento de hermandad entre ambas bandas.

Uno de los grandes momentos (porque hubo varios) de la noche, demostró la versatilidad de P.O.D. con una potente versión de «Don’t Let Me Down» en homenaje a los gigantes de The Beatles, fundiéndose con la esencia deP.O.D. Poco después, el combate en contra de la Matrix se desataba con «Sleeping Awake» transportandonos de regreso a la estética virtual de un clásico que envejeció con la dignidad de un himno. El alma del concierto se logró manifestar en «Youth Of The Nation». Otra de las joyitas esperadas por todos los presentes fue acompañada por Noah, un pequeño asistente quien con su padre, lograron subir al escenario para compartir el micrófono en su interpretación. En ese momento, la pérdida y la esperanza cobraron un sentido generacional sin igual. Una conexión humana, genuina y palpable que erizó la piel de todos los presentes.

Tras recorrer los nuevos senderos de “Veritas” con «Breaking» y «Lay Me Down», la banda nos preparó para el despegue final con un viaje hacia el icónico álbum que los puso en el radar mundial. Y no fue otro que su hit homónimo, “Satellite”, el último choque de adrenalina, antes de dar el último salto de fe. Con una energía inagotable, P.O.D agradeció toda la entrega y pasión de sus fanáticos, muchos de ellos debutando junto a los californianos, y para cerrar en alto esta jornada, los primeros acordes de «Alive» rasgaron el aire alcanzando el clímax máximo al interior del Teatro Coliseo. No era solo una canción más de la década pasada, era el sentimiento colectivo de un público que se negaba a dejar pasar este momento. A vivir aquí y ahora y a demostrar que a pesar del paso del tiempo, su mensaje sigue siendo un faro de resiliencia y una fortaleza vital para sobrevivir.
Con la frente en alto, dejando una estela de gratitud y profundo agradecimiento, P.O.D. se retiró del escenario para seguir profetizando en su recorrido por Latinoamérica. Para seguir orbitando como un satélite y hacer sentirnos vivos otra vez.
Puedes revisar nuestra galería fotográfica AQUÍ





















0 Comments