Semana de conciertos en nuestro país y bajo un sol incandescente derritiendo cada esquina de la capital, Billy Idol desembarcó en el Movistar Arena para dar gala de su trayectoria, su icónica presencia en el escenario y un puñado de canciones cargadas de actitud irreverente. El rebelde por naturaleza se presentó ante un público encantado, no solo por el carisma del cantante, sino también por la vigencia que aún mantiene el icónico músico gracias al espíritu orgulloso que recorre sus venas.

Cae la calurosa tarde en Santiago y el recinto del Parque O’Higgins veía poco a poco como se colmaban sus asientos y canchas a la espera del desplante de Billy Idol y compañía. El público reconoce la calidad de ícono del cantante y así se sentía en la atmósfera: entre un aire de respeto legendario y energía juvenil en espíritu que deseaba explotar orquestadas en las cuerdas vocales del cantante.

Tras una correcta apertura de la jornada a cargo de la banda nacional Los Raros, y a las 21:00 hrs en punto, Billy Idol saltaba al escenario junto a su ejército de siete increíbles músicos en los que destaca su sempiterno guitarrista Steve Stevens, para dar rienda a un show que no dejaría ninguna pausa para tomar aire.

La tormenta rebelde comenzaría rápidamente con “Still Dancing”de su más reciente álbum “Dream Into It” (2025) y, tras cartón, “Cradle of Love” llegaba como un golpe al mentón seco, mientras se erigía la figura del vocalista por medio de caras, gruños, gritos y saltos como si fuese un veinteañero furioso clamando contra todo lo que le molesta a su alrededor. Misma impronta que seguiría con “Flesh for Fantasy” y la respuesta del coro del público, sin antes desempolvar el primer gran solo de guitarra de Stevens y el gozo del vocalista comentando que “amo estar acá en santiago”.

Uno de sus nuevos singles, “77”, se desplegaba en escena con un sonido nuevo extraído de su más reciente disco, dando cuenta que Billy Idol es un ícono que ha atravesado generaciones de músicos que ven en él una figura que sobresale con su actitud puesta al servicio de la música, algo que se mantendría constante durante todo el concierto.

Combinando de forma exquisita lo nuevo y lo viejo, trascendiendo en el tiempo, Billy Idol continuó con “Eyes Without a Face” como uno de los grandes himnos de la noche, antes de preguntar, irónicamente, “¿quieren divertirse un poco?”, canción que fue acompañada por un solo electroacústico del talentoso guitarrista.

El escenario, simple en su lateralidad, se coronaba con una gran pantalla al fondo que entregaba profundidad e, incluso, cierto efecto tridimensional, especialmente cuando el vocalista se colona al centro del escenario.

El primer descanso de Billy Idol fue protagonizado por otro excelente solo de Stevens con guiños a Led Zeppelin que terminaría convergiendo “Mony Mony”, previamente decorado con un “olé, olé, olé, olé, Billy, Billy” que fue gozado y coreado por el propio músico antes de lanzar una excelente versión de “Gimme Shelter”de Rolling Stones.

La medianía del show, caracterizada por varios temas menos populares, fue igualmente gozada por el público que se contaminada de la desbordante energía y carisma de Billy Idol al frente de su banda, en canciones como “Too Much Fun” y “Gimme The Weight” de su nueva placa y una versión de “Ready Steady Go” de su anterior grupo Generation X.

“Blue Highway” llegó concluida con otro solo de Stevens que ya demostraba su carácter de héroe de la guitarra, tanto eléctrica como acústica, para después comenzar, junto a Billy Idol que ya llevaba cuatro cambios de ropa, “Rebel Yell” y el desenfreno del público entre gritos y saltos que empujaría al propio vocalista a quedar sin polera arriba del escenario.

Durante el encore, y de forma irónica, Billy Idol comentaba desde fuera del escenario “no los puedo escuchar”, mientras el público gritaba su nombre para que volviera a la tarima que ocurrió algunos minutos después e, incluso, el segundo guitarrista apareció con la polera de la selección chilena de fútbol.

El cierre del concierto estuvo a cargo de “Dancing With Myself” y la transformación del Movistar Arena en una gigante pista de baile alternativa, que tras un ensordecedor aplauso, recibía a “Hot In The City”“People I Love” y la conclusión de la noche con “White Wedding”.

En fin, Billy Idol no tiene que probar nada ante la etiqueta de ícono musical. Enmarcado en esta gira y la sucesión de actividades que lo ha traído hasta acá, el músico no tiene problemas en desplegar un concierto que representa lo mejor de su inquieta personalidad en búsqueda de combinar aquellos brillantes elementos del rock con la actitud desencantada del punk en su propio cuerpo y, por ende, en el despliegue de su música arriba del escenario que se transforma en potencia pura. Con un séquito de excelentes músicos y una energía incombustible, Billy Idol entregó un show que lo demostró como uno de los grandes frontman de la historia de la música contemporánea y un modelo a seguir por generaciones pasadas y otras que están, en ese minuto, forjando su camino. Una realeza del rock y el punk que evidenció, ante un encantado público chileno, su epíteto de icónico rebelde por naturaleza.

Setlist:

1. Still Dancing

2. Cradle of Love

3. Flesh for Fantasy

4. 77

5. Eyes Without a Face

6. Mony Mony

7. Gimme Shelter

8. Too Much Fun

9. Gimme the Weight

10. Ready Steady Go

11. Blue Highway

12. Rebel Yell

13. Dancing With Myself

14. Hot in the City

15. People I Love

16. White Wedding


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