
Texto por: Lucas Araya
Fotografías: Daniel Sáez
La segunda noche de los Chili Peppers -al igual que la primera con todas las entradas vendidas- estuvo plagada de altos momentos de intensidad instrumental, emotividad genuina y regalos en un setlist variado y plagado de joyas de su repertorio rico en genialidad.
Momentos antes de las 21:00, cuando la arena ya estaba repleta y el ambiente estaba a punto de estallar de energía, Chad, Flea y Frusciante subieron al escenario para construir una jam que se paseó por instantes de delicadeza, pasando por alta energía y una potencia que elevó las sensaciones al máximo. La espera había terminado. La segunda cita con Red Hot Chili Peppers fue una realidad. Los acordes y beats que anunciaban «Can’t Stop» dieron la señal: la fiesta comenzaba totalmente con Anthony al micrófono, saltando por todo el escenario. La banda en estado de gracia frente a un público en éxtasis desde el primer acople.

De ahí en adelante, la sucesión de himnos se dejó caer con la fuerza y delicia de una cosecha interminable de calidad, mezclándose de forma exquisita con gemas ocultas, referencias a las influencias máximas del sonido de los Chili Peppers y actualizando su repertorio con la actualidad saludable y enriquecida de la banda. «Scar Tissue», «Snow ((Hey Oh))», «I Like Dirt» conviven de forma armónica con «Here Ever After», «The Heavy Wing» y «Eddie», dialogando con Ramones en «Havana Affair» y una interpretación tremenda de «Danny’s song» -original de Loggins & Messina– con John Frusciante en solitario con su guitarra mágica y esa voz tan personal y conmovedora.

Una de las sorpresas más agradables vino en forma de regalo inesperado con «Don’t Forget Me» demostrando todo el despliegue instrumental, técnico y espiritual de cuatro músicos en su mejor momento surcando las cumbres de su propia historia y amplificando la fuerza de su legado acoplando a su público en un coro masivo y potente, un ritual de almas en lo alto para luego endulzar el aire con las vibras amistosas de «Tell Me Baby» -una de las tantas de las que aparecieron del disco «Stadium Arcadium» (2006)– y volver a revitalizar la fiesta.

Un punto notable y precioso fueron las improvisaciones que precedían a las canciones o que simplemente se daban de forma espontánea entre los músicos, demostrando que son unos animales musicales y que la inspiración sale por sus poros para unir sus mentes y almas, un espectáculo lleno de hermosura con segundos de introspección y delicadeza seguidos de intensidad y pirotecnia y una guitarra que aullaba por los parlantes a a través de los dedos de Frusciante, sin duda (y subjetivamente) el mejor guitarrista de la era moderna junto a dos bestias en bases que piden la versatilidad y virtuosismo que solo una persona puede lograr. Momentos donde las sonrisas anchas abundaban y la satisfacción se reflejaba en los ojos de grandes y peques, un carnaval de colores y fuegos artificiales en forma de paisajes sonoros. Simplemente bello.

Ya iniciando la recta final del set, «Californication» fue la forma de unión total de quienes estábamos presenciando uno de los mejores conciertos de la vida, especialmente al absorber la delicadeza de Frusciante al llevar el solo de la canción hacia otros aires y paisajes, renovando con cada nota su propio sonido, algo que se confirmó con «Black Summer» y demostrar la actualidad imparable de Red Hot Chili Peppers y su máquina de hacer canciones inmortales que en vivo toman otra forma. Mientras Chad, Flea y John lo daban todo bajo el color rojo del fuego de un verano interno que no tiene techo, Anthony Kiedis cantaba a todo pulmón “I’ve been waiting, I’ve been waiting” con una emoción que solo quienes habíamos esperado por este momento por más de una década lográbamos entender. Una joya total y una demostración de que el sonido de los Peppers es un río constante que fluye con dirección al mar más bello para tomar su forma definitiva: sus conciertos en vivo.

El cierre fue una revisión de «Blood Sugar Sex Magik» (1991) en una triada llena de poder y sensualidad añejada cual vino en el santo grial del Rock más salvaje de los últimos 30 años: «Sir Psycho Sexy», pegada con «They’re Red Hot» -del gran Robert Johnson– y la explosión final de «Give it Away» para un final perfecto y difícil de superar.

Quizás el primer show estuvo plagado de hits, pero la segunda noche fue un regalo caído del olimpo de los más grandes en su mejor forma, una ceremonia de alto fuego cocinada en el caldo del calor y el sudor de las voces que acompañaron cada canción con devoción y un amor sin límite que dejó en claro la relación de sus fan chilenos con la banda. Un rito que esperemos se repita prontamente pues dejaron la vara muy, muy alta para sus propias posibilidades. ¡Tremendos los Red Hot Chili Peppers!
Puedes ver nuestra galería completa de este evento aquí.
Setlist:
01. Intro jam
02. Can’t Stop
03. Scar Tissue
04. Snow ((Hey Oh))
05. Here Ever After
06. Danny’s Song
07. Havanna Affair
08. Eddie
09. Wet Sand
10. Hey
11. I Like Dirt
12. Don’t Forget Me
13. Tell Me Baby
14. The Heavy Wing
15. Californication
16. Black Summer
17. By the Way
-Encore-
18. Sir Psycho Sexy / They’re Red Hot
19. Give it Away





















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