
Texto por: Lucas Araya
Fotografías: Joselyn Heyden
La banda liderada por Ruban Nielson hizo levitar al Teatro Coliseo con sus ondas sonoras y melodías expansivas en una sesión de alta entrega y compenetración.
Despegando hacia el cielo de seda
Tessie abrió la noche con su envolvente mezcla de texturas, ambientes etéreos, ecos espaciales y un ritmo sanguíneo que invitaba al trance entre luces y resonancias oceánicas, acompañada de un teclado que generaba paisajes que viajaban entre montaña y mar al ritmo espeso de una batería magnética que junto a la voz de Tessie Spoljaric-Woodgate generaban melodías que se expandieron despacio, como terciopelo subterráneo acariciando a quienes comenzaban a colmar el teatro y se dejaban atrapar por una dosis precisa de lisergia de ensueño. Una forma barbitúrica de abrir la puerta hacia el viaje de lo desconocido.


Olas solares nocturnas
Los acordes repentinos y misteriosos de un teclado entre las sombras marcó el inicio del trip al que nos invitaba UMO, liberando su sonido multicolor en un mar sónico entre ecos caleidoscópicos para hipnotizar a un público entregado en el amor multiplicado al triple desde el primer acorde de «The garden» para situarnos en el presente vitalizante de la banda. Una vez abierta la ruta, Nielson dio un salto en el tiempo para pasear por la diversa y exquisita discografía del proyecto. «From the sun», «Swim and sleep (like a shark)» y «Thought ballune» elevaron el ambiente liberando una fiesta dinámica con movimientos que se desenvuelven entre la danza sincopada y la expansión sónica en planicies y capas melódicas hipnóticas.

Con un bajo profundo, una guitarra cautivante en sincronía con una voz tántrica, en conjunción perfecta con una bata expresiva que se movía entre la sutileza y la vehemencia máxima y un teclado lleno de caminos sonoros que se abren, UMO logró altos momentos de intensidad eléctrica, llegando a la cumbre del show con Ruban Nielson tocando su guitarra entre el público, caminando entre luces y pantallas de celular para luego volver al escenario y llegar más lejos aún en la escalada constante del set de la banda.

«Necessary evil», «Ministry of alienation» y «Nadja» fueron muestra de la versatilidad, elasticidad y eclecticismo del universo de Unknown Mortal Orchestra y todas las posibilidades que ofrece dentro de su sonoridad: desde ritmos policromáticos del alma, pasando por bocanadas espesas de psicodelia hasta el bálsamo más aromático en las arenas de una playa alucinante. Todo eso y más es lo que trajo UMO en su segundo paso por Santiago. Un manantial de tonos, sensaciones e imágenes vibrantes, donde un acople estridente de guitarra en delay se transformó en un ritual de ballenas cantando en un mar de luces y humo en los segundos finales de «So good being in trouble» para mutar a «Waves of confidence» y su marcha densa hacia el lugar donde todo el mundo quería estar.

Cuando la avalancha de hermosura nos dio un respiro, una vez más, el teclado de Christian Li dejó caer una llovizna cósmica entre la neblina roja y abrió las puertas para liberar los animales ocultos tras el telón. Así llegó «Multi love», la cual marcó un momento de unión máxima entre las voces y palmas que acompañaban a la banda en su entusiasmo y éxtasis que llegó con el comienzo de la recta final de la travesía, moviéndose hacia las nubes y atravesándolas con «That life», «Hunnybee» y el cierre magnífico con el coro masivo de «Can’t keep checking my phone» para explotar en el goce demoledor de una sesión perfecta de música, amor y pasión.

Una cita llena de momentos que sobrepasaron las alturas y llegaron al clímax constante de una banda en continua evolución y una presencia y despliegue sobre el escenario que cautivan con cada movimiento y sonido que brota de la orquesta de la intensidad inmortal. Esperemos que la ruta de UMO los traiga de vuelta pronto.

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