
Texto por: Gabriela Suárez López
Fotografías por: Sebastián Domínguez
Escuchar a Nano Stern significa prepararse para entrar a un experimento multinstrumental. Un deleite de mixturas, ritmos, colores y encanto que hacen cada encuentro inolvidable.
La música se toma el Teatro Nescafé de las Artes para mostrar su último trabajo «Aún creo en la belleza», lanzamiento de un disco que lleva años siendo germinado para hoy ver la luz y florecer con todo esplendor en un teatro desbordante de un público que más que fanaticada, reflejaba una fiel admiración y respeto hacia el espectáculo, desde donde con orgullo y un especial brillo en la mirada se percibe una armonía hipnótica que en silencio y sin interrupciones, se hace presente.

A pesar que el encuentro es para compartir el material nuevo, el solo hecho de nombrar parte de la emblemática trayectoria del artista genera euforia y expectación en las personas, es imposible reprimir las energías transmitidas por el nombramiento de canciones como «Mil 500 vueltas» o «Vapor»¸ desde donde se produce por generación espontanea una segunda voz proveniente desde las butacas del teatro.


El nivel de intimidad que se construye es increíble, como si lleváramos un bagaje de conciertos conjuntos que nos han acercar a vocablos comunes, donde las explicaciones están demás, las miradas ya son suficientes para entendernos y una sola palabra logra el entendimiento colectivo de esta intimidad. Cada canción es una historia y Nano sabe como transmitir ese relato, el concierto es un cuento y él nuestro narrador. Un hermoso momento se vivió en Presente, donde después de introducirnos al tema y comentar que lamentablemente su dúo, Magdalena Matthey no pudo asistir, la masa se convirtió en Magdalena. De ahí en más no volvió a cantar solo.

Esta noche no es solo para la muestra del último disco, sino que para compartir el recorrido de los años que nos llevaron a estar hoy en este encuentro, además de compartir y homenajear a grandes personajes de la historia del país y Latinoamérica, en conjunto a la aparición de invitaciones estelares.

MC Millaray es la estrella invitada de la primera mitad de la noche, quién con su rap mapuche nos interpela y releva identidades con fuerza y energía. Por otro lado, en la segunda mitad, se decide tomar un momento para homenajear a uno de los grandes pilares de la nueva canción chilena: Patricio Manns, instancia compartida con otra historia viva: Roberto Márquez, con quién en conjunto se realiza una apasionante versión del «El cautivo de Tiltil». La noche entera fue un homenaje a la música y los ritmos que nos unen, bajo el rescate se sonidos y danzas propias de la región para la conjunción de un espectáculo redondo.





















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