Texto por: Adolfo Serey

Fotografías por: Daniel Sáez

La noche del martes nos trajo por un vuelo por la memoria del que se apasiona por el metal sincopado y la demostración de elementos clásicos. Sí, la retórica se queda corta frente a 25 años de historias en la pluma de la banda Symphony X. Desde ya sabíamos que su setlist contaba con una pequeña parte de su extensa discografía, pero lo que debíamos descubrir era que su capacidad sonora permaneció intacta en el tiempo, aunque no inamovible.

La pieza angular entre las tinieblas y la música fue su colosal «Overture» el cual se conjuga orgánicamente con el yuxtapuesto «Nevermore», con ese Progresivo Sci-Fi después de los 2000s’. A continuación la magia neoclásica y bisagra de entre siglos enloquece a todos con «Evolution, The Gran Desing».

Luego, y desde el mismo paraíso perdido, llega hasta nuestros sentidos el poderío del Progresivo pesado de «Serpent’s Kiss». Y nuevamente la banda nos conduce por la nostálgica memoria de temas aún más antiguos como lo es «Sea of Lies» del álbum «The Divine Wing of Tragedy» (1997).

El alto es brusco y el estilo Progresivo se toma un respiro para dar paso a dos Power Ballads, cada cual perteneciente a los discos «Underworld» (2015) e «Iconoclast» (2011), se trata de «Without You» y «When All Is Lost» quienes sensibilizaron hasta el alma más dura de entre el público.

Y del romance saltamos a las llamas del Power Metal de «Kiss Of Fire». Como bien dijo Sir Russell Allen: “vamos a invocar al DIABLO en su tonada” con la canción «Run With the Devil» la cual puso nuestros corazones en las llamas del noveno círculo con «Set the World on Fire (The Lie of Lies)».

Luego se fueron a un receso de aquellos, donde se tomaron bastante tiempo para reunir las últimas energías para el remate final, para aquella gran oda noventera que tributa la mítica clásica, la prosa épica y la exaltación del Power Metal en inicios del nuevo milenio: «The Odyssey». Se trata de una verdadera lírica moderna que fusiona diferentes géneros musicales, así como arreglos en sus estilos. El público se mostró de diferentes formas en cada momento: al principio todos nos encontramos contemplativos ante tantos embrujos musicales -posteriormente- apasionados con la leyenda y odisea progresiva para terminar en la cadencia de la voz y la difuminada luz de los reflectores.

Lo musical y lo teatral trascendieron en cada instante, al conjugarse, trayendo como resultante el perfecto viaje mítico del Metal.


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