Texto por: Clau B. Díaz

¿Dónde estamos en la historia? Esta pregunta probablemente esté en el inconsciente muchas mujeres. Estamos subrepresentadas en el arte, en la ciencia, en el deporte, básicamente en todas las áreas del conocimiento, particularmente en las áreas más masculinizadas como la música, y más aún en el rock. ¿Y esto por qué? ¿Acaso a las mujeres no les interesa la música? Nada más alejado de la realidad: las mujeres siempre hemos estado ahí, agentes de la historia, activas en la sociedad, pero es a los historiadores hombres a quienes no les interesa registrar nuestra historia. No consideran importante nuestra experiencia, y cuando lo hacen, no es más que anecdótico, descriptivo desde la mirada masculina. 

De esta manera, puedo asegurar que, hoy 8 de marzo, Conmemoración del día internacional de la mujer trabajadora, los medios de comunicación nos llenarán de listas tipo: “las mujeres más importantes del arte”, “las mujeres más relevantes de la música”, “…de la política, del deporte, de la historia”. Pocos o ningún medio se centrará en la raíz de la problemática: que, siendo la mitad de la población, somos marginadas por la historia masculina o como ellos la llaman: la “Historia Universal”.  De modo, tal como sostiene Gerda Lerner en la «Creación del patriarcado»: si se omite a la mitad de la población, sólo nos queda la historia desde un punto de vista de la mitad masculina de la humanidad, lo que es una historia mutilada, distorsionada, y me atrevería a decir falsa.  

Por ello, las mujeres, si bien, hemos logrado plasmar nuestras ideas, no hemos logrado aún interpretar nuestra propia historia con nuestra propia visión: . Cuando estudiamos y escribimos, al estar tan bien educadas en un mundo patriarcal, nuestro interés se va hacia los hombres: hablamos mucho de Chuck Berry, Elvis Presley, pero nada de Rosetta Tharpe. Y sí, nos enfocamos más en el Norte del mundo, así que ya veo el “a los hombres también nos marginan”, pero, nuevamente Gerda Lerner acierta: “Tanto hombres como mujeres sufrieron exclusión y discriminación debido a su clase, pero ningún hombre ha sido excluido del registro histórico debido a su sexo, mientras que todas las mujeres sí”.  

Debido a lo anterior, es que es importante que las mujeres nos coloquemos las gafas violetas: hablar de aquellas que nos inspiraron y lo que significan para nosotras, desde nuestra propia perspectiva, según nuestra propia historia. Porque mientras más hablemos de mujeres más nos visibilizamos, y que cada vez que sintamos que no pertenecemos a un lugar, simplemente porque no hay mujeres a quien admirar, hagamos el ejercicio de buscarlas y anclarla en la historia, para que las niñas que vienen tengan referentas a quienes seguir, y de verdad sientan que son parte de la sociedad. Es hora, y no puedo creer que diga esto en pleno siglo XXI, que aceptemos de una vez por todas, que las mujeres somos la mitad de la población mundial con nuestra propia genealogía.

Desde niña me gustó el rock, pero de alguna manera ese mundo me esquivaba, las únicas mujeres que me mostraba ese ambiente estaban muy hipersexualizadas, y sólo eran las novias y las groupies, todo desde la mirada masculina. Por ello significó tanto para mí el videoclip «La corbata de mi tío» de Los Ex. Tenía unos 10 años cuando vi a Colombina Parra liderando una banda de rock, fue la primera vez, que me acuerde, que de verdad sentí que podía participar en ese mundo, como creadora y crítica. Fue como si Colombina me extendiera una invitación para entrar a ese universo. 

Otra de mis referentas es Matilda Svensson, escucharla en Vikinga Rock me dio una satisfacción enorme. Las mujeres que somos freaky en ciertos temas, estamos en constante cuestionamiento, como en una eterna prueba de diagnóstico en la cual tenemos de demostrarles a hombres (mediocres, en varias ocasiones) que sabemos de lo que hablamos. Por lo que escuchar a mujeres hablar de rock, me hacía sentir más segura de mis conocimientos. También me acuerdo de Blanca Lewin en Britania de Vía X, me encantaba verla. 


Zumbido.cl

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