
Texto por Gonzalo Díaz
El punk tiene algo muy especial, algo que te entrega desde el primer minuto que te ves envuelto en su entorno, ya sea desde los intercambios de música, las bandas, las ideas que se construyen y terminan siendo parte de tu vida y más aún, de las amistades que ahí se enlazan. Es que claro, el punk es ese nicho muchas veces mal visto y vapuleado, que te acoge a través de temáticas en común, cuestionamientos y sobre todo, tokatas que te llevan a reunirte con quienes comparten tus vivencias, dudas y problemas cotidianos, que te hacen gritar ante un sistema que día a día te golpea por medio de métodos de explotación o adoctrinamiento y que por lo mismo, te lleva a encontrar en el punk a un cúmulo de amistades que se hacen parte de tu construcción como persona, al punto de aferrarte a ellos y seguir caminos de aprendizaje de por vida.
En esta línea, es muy llamativo que en este mundo (y lo podemos decir de manera muy segura) que todos y todas nos conocemos, pudiendo a veces no saber el nombre de otro u otra, pero que de una u otra forma refleja lo hermoso y humano del punk, en donde se establecen espacios en común y se genera el siempre “apañe” necesario. Por lo mismo, el 16 de abril no es una fecha cualquiera, es una fecha que marca ampliamente a quienes se mueven dentro del mundo del punk y en donde lamentablemente, el calendario se ve marcado por la tragedia. Es que claro, lo que debía ser un compartir con las amistades de siempre y con ello, una total fiesta en torno a la anhelada visita de una de las bandas más influyentes del crust punk, los británicos de Doom, se terminó transformando en un día fatídico, marcado por la tragedia, el mal actuar de quienes se hacen llamar productores del punk y claro, por la pérdida de nuestros amigos, que como decía anteriormente, acá, en este mundo llamado punk, todos y todas nos conocemos y generamos lazos de unidad.

Lamentablemente, a pesar de los años, siguen existiendo las heridas de ese día, marcando la tragedia, pero también, consolidando la unidad y la amistad. Los nombres son recordados de manera constante, porque son nuestros muertos, porque pudo ser cualquiera de nosotros y porque son parte de nuestra construcción misma dentro de una llamada escena que esta vez grita de rabia frente a los responsables. Y es que claro, los cuestionamientos y discusiones frente a lo vivido en ese día se sigue dando, nos reunimos, se recuerda a las víctimas, se siguen generando actividades en sus nombres y más aún, se sigue fortaleciendo constantemente las ideas del punk, frente a las injusticias del sistema, frente a las adversidades de la rutina, pero sobre todo, realzando los nombres de quienes ya no están hace ya diez años, con el fin de que esto no vuelva a pasar.
Nadie debería morir por ir a un concierto, solo muere quien se olvida. Gastón, Daniel, Fabián, Ignacio y Robert, presentes en cada grito punk.
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